Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 6 de Enero de 1978. Página 6.
Carta al Rey Negro.
Estimado preso de cualquier cárcel del país:
Ya has visto que han pasado las fiestas y no te he hecho ninguna visita. Es posible que no venga a verte. Pero no te he olvidado. No sólo en estos días. Sé que para ti siempre es Navidad y siempre es Viernes Santo. No me gustaría llegar como senador inquisidor comprobando si es bueno tu rancho, si es ancha tu celda y si es cómodo tu colchón. Durante muchos años me acostumbré a mirar los ojos de los compañeros presos. No pienses que desde que soy senador he perdido la memoria de los años de prisión. Tal vez, ahora, si te visitaba no te podría mirar a los ojos.
Sin embargo, compañero, envíame donde quieras, pero te quiero contar el cuento de la tortuga y la liebre. Yo siempre he caminado poco a poco, como la tortuga, y siempre he llegado a todas partes. El sistema os ha producido una desesperación, una frustración tan grande que os habéis puesto a correr como liebres. El sistema siempre persigue a la gente y la obliga a correr. Aunque lo hace. Y ha caído en la trampa. ¡Su gran esperanza en la democracia era tan grande!... Su decepción os convierte en suicidas, en kamikazes. Yo nunca me he abierto las venas, nunca he agredido a nadie, nunca me he tragado cosas peligrosas.
Compañero, me sería difícil de mirarte a los ojos porque no he sabido encontrar la forma de evitar vuestra desesperación. Esto me desespera a mí. La nueva democracia te ha humillado, te ha pisado, te ha ignorado.
Te quiero pedir un regalo de Reyes: recupera la serenidad; no te habla un cura, no te habla un senador, te habla un preso. Te pido una lucha fuerte y constante, pero serena. Por indigno que sea tu enemigo no pierdas nunca tu dignidad. Y en estos últimos tiempos la has perdido.
Lluís M. Xirinacs.