Al servicio de este pueblo.
Avui. Sábado, 24 de Diciembre de 1977. Página 5.
¿Plácida noche?
¿Quien fue Jesús de Nazaret? Lo que voy a decir a continuación no es ningún dogma de fe. Es la conclusión, siempre provisional, a la que he llegado después de estudiar y vivir muy intensamente durante cuarenta y cinco años.
No creo que naciera en Belén de Judá, ni que fuera a parar a Egipto. Seguramente nació en Nazaret de Galilea o, como mucho, en Belén de Galilea, que era muy cerca de Nazaret. Tardíamente el evangelista lo situó en Belén de Judá, la patria del rey David, el lugar de su nacimiento, para convertirlo en un segundo David, rey de los judíos. Mesías, Cristo, Ungido son palabras sinónimas en hebreo, griego y catalán que significaban rey. Jesús ni fue rey ni lo quería ser, en el sentido institucional de la palabra. También el evangelista lo quiso equiparar a Moisés haciéndole ir a Egipto exiliado. Jesús no fue del pueblo judío elegido, sino un galileo oprimido y despreciado como tantos otros.
Creció en la región agrícola de Galilea, doblemente oprimida por los impuestos de los romanos invasores y por los impuestos de la casta sacerdotal dominante. Quizá aún había un tercer impuesto del rey Herodes. Los agricultores galileos estaban arruinados. Había en Galilea mucha hambre, mucha miseria. El deudor era hecho esclavo o era necesario que huyera hacia Jerusalén a morir de hambre en los suburbios de la capital. Pero Galilea no era paciente, era un foco permanente de insurrección. Los compañeros de Jesús fueron mayoritariamente del grupo político revolucionario de los celotes. Dentro de este grupo había una rama armada, los sicarios. En el grupo de seguidores de Jesús también había sicarios armados. Parece que Pedro era uno y Judas, el traidor, era otro.
Jesús no es un judío pobre y manso, destinado a ser rey de paz y de amor suaves. Es un galileo rebelde que dice: «No he venido a traer la paz sino la espada» y «La paz que yo os doy no se parece nada a la paz imperante». Jesús no viene a montar una religión de pobres resignados que esperan con paciencia una vida mejor más allá de ésta. Jesús no hace actos religiosos en el sentido clásico de la palabra. Jesús tiene un corazón profano, fundamentalmente enamorado de la realidad. Busca el apoyo, no en sociedades rituales o secretas, sino en el movimiento real de las masas oprimidas. El amor a los enemigos opresores no es un amor meloso, blando o tierno. Es un amor riguroso, severo, inflexible.
Por ello, a pesar de su prudencia y la astucia que pone en juego, el rey Herodes de Galilea lo expulsa de su territorio. Por eso a los pocos días de hacer mítines en Jerusalén es detenido, procesado, condenado y ejecutado.
Esta noche, ¿cuántos hombres así nacerán?
Lluís M. Xirinacs.