Al servicio de este pueblo.
Avui. Martes, 13 de Diciembre de 1977. Página 5.
Un pesebre en Sarrià.
Los prohibidos del primer congreso internacional de la Liga por los Derechos de los Pueblos, que debía celebrarse del 8 al 11 de Diciembre en Barcelona, han encontrado cobijo de emergencia en el ya clásicamente hospitalario convento de los capuchinos de Sarrià. Los pobres de la tierra, las naciones oprimidas del planeta son acogidos por unos hombres que saben hacer Evangelio a la moderna. Los fariseos de hoy dicen sí con la boca a la democracia, pero la realidad de fondo es un no. En cambio, los sencillos capuchinos no se jactan de nada y en realidad dan el sí evangélico a los pobres con obras y de verdad.
Pero en este Adviento preparatorio de la Navidad quiero, además, transcribir el contenido de una conversación mantenida en el avión de Madrid con un amigo que participa también en los capuchinos de Sarrià, en el Movimiento de Ayuda a Ciertos Infantes (MACI). Hace tres años que funciona. Su finalidad es velar por la guardia y custodia o para la adopción de niños desvalidos desde su nacimiento hasta los doce años. Desde su inicio han acogidos más de doscientos cincuenta niños. El segundo sábado de mes está la visita de los padres físicos. Se ha dado el caso de acoger un niño y, al mismo tiempo, su abuela.
Mi compañero de avión recogió del Clínic un niño de dieciocho meses. Hacía cinco meses que estaba prácticamente olvidado en el hospital. Los médicos, al recibirlo, no daban ni cinco céntimos por él. El peso, la altura, el desarrollo tocaban el límite inferior. Lo rehabilitaron como pudieron en el hospital, pero cuando fue recogido por los padres de adopción del hospital lo entregó con una sordera total y con todas las características de subnormalidad.
Hace un año que está con la nueva familia. El afecto le ha devuelto el oído. Los médicos lo ven y no se lo creen. Se ha ido recuperando de la subnormalidad y sólo tiene unos meses de retraso.
Esta es la verdadera Navidad, la verdadera presencia del reino de Dios en la tierra. Los sordos oyen. Los pobres son liberados. No, las luciérnagas por las calles, las tarjetas de felicitación y los estrenos de turrón y champán que dan algunas empresas para disimular la rapiña y el egoísmo de todo el año.
Capuchinos y colaboradores, muchas gracias.
Lluís M. Xirinacs.