Al servicio de este pueblo.
Avui. Martes, 6 de Diciembre de 1977. Página 6.
Comarcas.
Los extranjeros cuando vienen a Cataluña se sorprenden de la vitalidad que tienen nuestras comarcas. En muchos países ni saben lo que es la comunidad sociológica que aquí llamamos comarca. Y se hace difícil explicarles en qué consiste. Hay territorios en los que la comarcalidad se hace imposible, o es una subdivisión desdibujada y artificiosa. En Cataluña, no. En general, en nuestra tierra, el factor determinante es la distribución de las cadenas montañosas que forman como una especie de ollas en el punto más bajo de las cuales se encuentra la capital de la comarca. Para pasar de una comarca a la vecina es necesario, muchas veces, salvar una collada o paso elevado.
La comarcalidad produce una acción descentralizadora opuesta a la absorción del área metropolitana barcelonesa y es un factor democratizador. Las costumbres y tradiciones características de cada comarca son bastante bien conservados. Y la Generalitat de los años treinta trató de elevar la división comarcal a categoría administrativa, borrando la división impuesta en provincias.
Sin embargo, volvemos a estar al principio. En la nueva Generalitat no se menciona para nada la división comarcal, aunque la Asamblea de Cataluña, la Enciclopedia Catalana, el diario Avui, el Congreso de Cultura Catalana, etc., las tienen bien presentes en los respectivos contenidos. También se podría decir que muchas capitales de comarca dimiten de su función de capitalidad y se limitan a la responsabilidad municipal.
Las comarcas no acaban de sentirse soberanas, en su ámbito. Los partidos tampoco impulsan gran cosa en este sentido. Más bien con su competitividad han hecho que se perdieran asambleas democráticas comarcales que tuvieron fuerza en los tiempos de mayor vitalidad de la Asamblea de Cataluña. Ahora da la impresión de que adentro de cada comarca todo es caótico, cada uno va por donde quiere y choca con los otros ciegamente.
Nuestra democracia, construida sobre unidades territoriales de dimensiones más humanas, podría ser un modelo de humanismo. Nos dejamos perder lo que es la envidia de muchos otros pueblos.
Ojalá que, de nuevo, cada comarca vuelva a levantar su cabeza, vuelva a constituir la asamblea popular comarcal, tenga un órgano periódico de expresión, prepare un programa de actuación comarcal y emprenda el camino hacia su propia institucionalización.
Lluís M. Xirinacs.