Al servicio de este pueblo.
Avui. Domingo, 4 de Diciembre de 1977. Página 5.
Cataluña y el servicio militar.
«Si ahora no exponíamos en el Estatuto los anhelos de Cataluña en lo que corresponde al ejército y a la paz, siendo atribuidos a la competencia del poder de la República, quedarían ahogados en el corazón y en el pensamiento». Así se expresó la introducción del Estatuto de Nuria de 1931, el estatuto que votó y aprobó el pueblo.
«El pueblo de Cataluña, no como una aspiración exclusiva, sino como una redención de todos los pueblos de España, querría que la juventud fuera liberada de la esclavitud del servicio militar». Afirmación clara de la legitimidad de la objeción de conciencia y de su proyección en todo el Principado y aun en todo el Estado español.
«No es éste el lugar a propósito para articular la realización técnica de este sentimiento, pero es notorio que cada día aumentan los pueblos que han sabido aunar la defensa de la patria para todos sus hijos, en tiempos de guerra, con el organización de un ejército voluntario que no sea fácil instrumento de tiranía en tiempo de paz.»
«Los pueblos de España que han entrado en la comunión de las naciones libres sin otra empuje que la viril e irresistible reivindicación de la propia soberanía en las urnas electorales, quisiéramos los catalanes que hicieran en la Constitución la declaración más humana a favor de la paz entre las naciones.» ¿Lo quieren aquellos catalanes que hoy intervienen en la redacción de la nueva constitución?
«Ni nuestro corazón ni nuestro pensamiento están embrollados por ninguna aspiración imperialista. Prohibimos, pues, y condenamos, en nuestra constitución, las guerras ofensivas, y, como fórmula más eficaz para la consagración de este principio, declaramos que ningún ciudadano podrá ser compelido a prestar el servicio militar más allá de las fronteras de la patria.»
He aquí un vigoroso y sensato alegado de pacifismo nacional catalán en un mundo rodeado de ejércitos agresivos. Esta fue la voluntad de nuestro pueblo plebiscitada hace cuarenta y seis años y afirmada por amplísima mayoría. También fue una voluntad no respetada por las Cortes de Madrid.
Excusadme una tan larga cita, pero veía necesario poner ante los ojos de las nuevas generaciones unos textos tan admirables y tan actuales.
Lluís M. Xirinacs.