Al servicio de este pueblo.
Avui. Sábado, 12 de Noviembre de 1977. Página 5.
Democracia directa.
La diferencia entre el Poder de Estado y el Poder popular o de base consiste en que el poder de Estado es un poder sobre muchos hombres, pero concentrado en pocos. El sistema de democracia representativa hace que, por medio de unas votaciones, mucha gente delegue en unos pocos representantes el poder soberano de que cada persona es depositaria.
El combate indiscriminado contra todo poder, que algunos anarquistas poco rigurosos hacen, es incorrecto. Cada persona tiene una parte de poder personal. Él puede delegar o se le puede reservar uno mismo. Pero el poder existirá siempre, es la fuerza humana.
El poder popular o de base es, en cambio, un poder de muchos que no se delega sino que se comparte, que se pone en común. El sistema de democracia directa no monta grandes pirámides donde el poder se concentra en la cima, sino asambleas igualitarias donde todos participan en mesa redonda. Es un poder horizontal, no vertical.
Creo que ahora en nuestro país se necesitan las dos democracias simultáneamente, cada una en su campo, una en el campo del Estado y la otra en el campo de la base popular. Es cierto que, en el sistema liberal, en el que entramos, la democracia representativa a base de partidos que se alternan en el control del Estado es dominante y la democracia directa sólo se puede ejercer a nivel popular de base de una forma limitada. Pero no se puede anular este ejercicio mínimo de la soberanía social que se concreta en las asambleas populares igualitarias.
Sólo resta un problema. Las asambleas superiores a la local, quiero decir las asambleas comarcales, de sector, de país, de nación, forzosamente se han de componer de delegados o representantes, que acaban por constituirse en líderes de poder concentrado, de información concentrada, de decisiones concentradas. El conjunto entonces se convierte en una especie de gran partido encubierto que motiva la intervención y el control de los partidos.
Para evitar esto, creo necesario que los delegados de base a las asambleas más generales sean rotativos, no con rigor ni por obligación: quien quiera sustituir el delegado anterior que pueda hacerlo. Marx explica esto como una solución modélica, empleada en la organización de la Comuna de París. «Todos elegibles, todos revocables». Que haya circulación holgada y libre entre el ámbito local y el general.
Lluís M. Xirinacs.