Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 11 de Noviembre de 1977. Página 5.
Fundamento de una Asamblea Popular, hoy.
Ayer hablaba de los puntos que podían convertirse en los programáticos de la asamblea transformada. El primer tema del orden del día de la sesión del día 27 dice: «Fundamentos programáticos». Y hoy me gustaría hablar de estos fundamentos.
En parece que necesitamos el mínimo de programa posible, porque no se trata de hacer un nuevo partido encubierto, sino un amplio movimiento popular catalán. En el país hay un noventa por ciento de personas que no militan en ningún partido. ¿Qué partido no desearía hacer seguir el máximo número de este noventa por ciento hacia sus planteamientos programáticos? Después de cuarenta años de privación de la democracia, los partidos, legítimamente, están ansiosos de ensanchar su base popular. De ahí al intento de apropiarse de los movimientos populares sólo hay un paso. Es necesario que todos, partidos y pueblo en general, hagamos un esfuerzo para no convertir la asamblea popular en correa de transmisión de unos partidos u otros.
Pero es necesario que estos asambleas no sean, como tales, enemigas de los partidos. La misión de las asambleas es tratar los problemas concretos, de menor o mayor extensión territorial. La misión de los partidos es estudiar teóricamente el modelo de sociedad adecuado, a partir de los problemas concretos vividos por el pueblo, y programar técnicamente la forma política de llevar a la práctica el modelo elegido, por medio del poder del Estado. Un militante de un partido tiene las dos misiones, no puede dimitir de ninguna de las dos. Pero cada una en su lugar. Utilizar las asambleas populares de tribunas de propaganda de los partidos es inadecuado y roba tiempo a la misión que les es propia.
Si en las asambleas hay representantes directos de los partidos, estos representantes, en sus intervenciones, forzosamente tienen que hablar de las opiniones de la teoría política de su partido. Si los militantes representan grupos de base, deberán filtrar sus teorías políticas a través de los problemas concretos de estos grupos. Esto último no obstaculiza la misión de tratar de problemas concretos que tienen las asambleas. Al contrario, enriquece esta misión.
Si en cualquier sociedad democrática siempre encontramos un alto porcentaje de población que no quiere militar en partidos, esto no es debido fundamentalmente a la inmadurez de la población. Es que, junto a la labor teórico-política, hay trabajo de la de la inteligencia espontánea del pueblo, que es la base de la historia y la fuente de todo poder. Y no sólo los partidos han de enseñar a las masas la teoría y la política, sino que las masas tienen la misión de manifestar a los partidos, con el máximo de pureza, el componente de praxis espontánea que yace debajo de todo movimiento histórico, praxis que se dicta sobre la teoría y sobre la política.
El fundamento de la asamblea popular es la praxis espontánea del pueblo, sin programas previos y abierta a la influencia de todos los programas que la respeten.
Y como ahora la mayor parte del pueblo no es revolucionaria, sino más bien conservadora, hay una asamblea políticamente neutral, que permita la acogida del pueblo tal como es y que permite también que, con suavidad, pueda volver a ponerse en marcha hacia delante, liberada del ahogo de cuarenta años.
Lluís M. Xirinacs.