Al servicio de este pueblo.
Avui. Sábado, 22 de Octubre de 1977. Página 7.
Tarradellas en Madrid.
Escribo estas líneas un poco antes de ir a Madrid a acompañar al presidente Tarradellas en su visita a las Cortes Generales del Estado español. Alguien ha criticado la proclividad de Tarradellas hacia la capital, su madrileñismo. ¿Por qué ir a Madrid antes de venir a Cataluña?
Es posible que quien dice esto no se dio cuenta de que votó antes representantes en el Parlamento de Madrid que del Parlamento de nuestro Principado. Yo estuve pidiendo un acto de afirmación soberana de nuestra catalanidad antes de las elecciones del 15 de junio. Pero no me negué a participar en el juego de ir a Madrid. Creo que siempre hay que afirmar previamente el derecho básico a la autodeterminación, propio de toda nación soberana, como quiso exigir muy acertadamente el senador por Girona Jaume Sobrequés en la IV Plenaria de la Asamblea de Parlamentarios. Le fue impedido por una razón, en el fondo madridista. Y a continuación esta línea misma critica el madridismo de Tarradellas. Como se puede ver, la contradicción no puede ser más flagrante.
Veo dos motivos principales en a que Tarradellas haya ido a Madrid antes de volver a Barcelona. El primero es político, el segundo popular.
Nos guste o no, el centro de decisiones está en Madrid. Tarradellas ha logrado hacerse escuchar largamente por el rey, por el jefe de gobierno y sus ayudantes, los jefes de partidos y por las Cortes. En una situación difícil pero con apoyo de la inmensa mayoría de los catalanes, ha sido tratado con una deferencia y un rango únicos para un opositor tan tenaz del sistema en la historia de estos cuarenta años. Las rivalidades políticas no nos pueden hacer perder de vista este hecho altamente honroso para nuestro pueblo.
Pero hay otro motivo importante. Los pueblos de la piel de toro han sido mentalizados con gran constancia contra el nacionalismo en general, y contra Cataluña, en particular. Tarradellas ha ido a Madrid a vender imagen, a deshacer la hostilidad acumulada contra nosotros en el corazón de tanta gente sencilla, siempre manipulable por los medios de comunicación social, a colaborar en ese cuarto punto de la Asamblea de Cataluña: la lucha coordinada de todos los pueblos del Estado español hacia su liberación. Había que ganar las simpatías de los demás, que también luchan, quitar argumentos a las antipatías irracionales de las grandes masas despolitizadas. Obra política de hermanamiento de pueblos y obra educativa, de pedagogía de masas.
Las naciones primitivas topan entre ellas ciegamente. Las naciones modernas tratan de armonizar con inteligencia sus intereses. La irracionalidad cede su lugar a la razón. Los catalanes estamos demostrando que somos dialogantes.
Lluís M. Xirinacs.
