Al servicio de este pueblo.
Avui. Jueves, 13 de Octubre de 1977. Página 6.
Un mapa regional.
Suárez quiere presentar a los grupos parlamentarios, en el marco del pacto de la Moncloa, un tratamiento del tema autonómico con un mapa regional para incluir en la Constitución. ¿Cómo debe de ser este mapa? no sé nada. Más allá del mapa de colores de las regiones, que estudiábamos de pequeños en la geografía, poco se ha hecho. Los intentos de regionalización económica toparon con los viejos límites de las demarcaciones tradicionales políticas.
Suárez continúa empeñado en no querer reconocer que el Estado nuestro es plurinacional. Manifestó bastante pragmatismo, en sus actuaciones, para hacernos suponer que si no habla de naciones es porque no puede. Ciertos poderes fácticos no se lo permiten. Fuera destruir la unidad de España. Así, la vida oficial y la vida real caminamos divorciadas.
Cada tierra va haciendo su guerra. Euskadi quiere, desde ahora, una Navarra hermana dentro de sus límites. Ei País Valencià demostró el pasado domingo su voluntad nacional catalana ante una inteligente frialdad del Principado. Y cada territorio trabajando a su guisa su autonomía.
En el Estado hay un mínimo de tres áreas nacionales claras: Galicia, Euskadi y los Países Catalanes. Las dos últimas con regiones propias, que hay que dotar de autonomía regional, como ya se está haciendo en el Principado, región de los Países Catalanes. El Área castellanohablante es mas difícil de definir, Canarias (con el guanche), Andalucía (con su dialecto tan característico), Asturias (con la lengua bable) y Aragón (con la lengua aragonesa en peligro de extinción) pasan por un proceso intermedio entre quedar como regiones autónomas de unos hipotéticos Países Castellanos o irse renacionalizando como Cataluña, Galicia y Euskadi. Los extremeños, que yo he encuestado, se estiman mas ligarse a Andalucía que a Castilla. El conjunto de dialectos derivados de la lengua astur-leonesa de Asturias al norte de Cáceres, pasando por León, Zamora y Salamanca, parece que se convierte en viable, de hecho, la entidad nacional castellana formada por las regiones de León, Castilla Norte y Sur y, quizá, Murcia.
En resumen, veo cuatro naciones -Galicia, Euskadi, Países Castellanos y Países Catalans-, con sus regiones, donde haya más o menos de autónomas, y varios territorios a medio camino entre región y nación, que deberán irse definiendo. Euskadi quiere ir de arriba abajo. Quiere el estatuto de nación dentro del cual ya discierne las autonomías regionales. Los Países Catalanes van de abajo arriba. Quieren el estatus de cada País, pero abierto a una futura integración nacional catalana. Galicia no tiene problema. Le falta un estatuto nacional. Probablemente la nacionalidad castellana deberá seguir un proceso similar al catalán, de abajo a arriba.
Una Constitución democrática debería definir claramente los dos niveles, nacional (con derecho auténtico a la autodeterminación) y regional, debería permitir los movimientos ascendente y descendente a los apuntados, así como el lento proceso renacionalitzador los territorios que, por el exceso opresor , sobre todo por vía económica, tienen su conciencia nacional inmadura, como son Canarias, Andalucía, Aragón o Asturias. Y, a largo plazo, el Estado quedaría dividido en naciones que cubrirían todo el territorio, algunas de las cuales tendrían en su seno regiones autónomas.
Simplificar mucho esta problemática es sembrar guerras.
Lluís M. Xirinacs.