Al servicio de este pueblo.
Avui. Miércoles, 28 de Septiembre de 1977. Página 6.
A favor del 90%.
Estos últimos días abundan declaraciones de los miembros de la mesa dimisionaria de la Asamblea de Cataluña: Salvador Coromina, Pere Portabella y Miquel Sellarés. Yo no estuve presente cuando se decidió el cambio de mesa, al final de la Permanente del domingo, 18-9-1977. En cambio, sí tomé parte en la larga primera parte, donde se discutió mi propuesta de futuro de la Asamblea.
Las declaraciones actuales de los representantes de los partidos ganadores de las elecciones me parecen más negativas que las que expresaron ese día, antes del cambio de mesa. ¿Fue desafortunada, por inoportuna, la idea del cambio de mesa? Los partidos mayoritarios y los minoritarios están enfrascados, entre ellos, en una lucha por el control o, en caso de no control, por la disolución de la Asamblea.
Sellarès reconoció en mi, ese día, una independencia de verdad. Desde esta independencia, ciertamente muy incómoda, osó pedir a todos los partidos en litigio que midan seriamente sus posiciones hacia la Asamblea. Todo el mundo la ha cortejado porque fue llena de carne y sangre y vida del pueblo sencillo. Y, por poco que la qusiéramos, con la libertad creciente, aunque podría ser más vivaz. Nadie puede negar la necesidad de dinamizar este 90% de ciudadanos no militantes de partidos en las correspondientes responsabilidades sociales. Ahora más que nunca, cuando salimos de la idiotización de las masas propiciada por el franquismo.
Los partidos tienen ya la posibilidad más o menos exitosa, de acceder al poder público. Pero al igual que al entrar un partido en el poder es necesario que supere en parte los planteamientos estrictos de partido para hacer una tarea verdaderamente popular.
Los partidos ganadores tienden insensiblemente a disolver las asambleas populares y los partidos no ganadores tienden insensiblemente a monopolizarlas al servicio de su radicalidad lo que está muy lejos de este 90% de ciudadanos, demasiado utilizados y demasiado poco queridos. Reflexión para todos.
Lluís M. Xirinacs.