Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 2 de Septiembre de 1977. Página 6.
Espontaneidad de base.
Es famosa la revuelta de los obreros tejedores de Silesia ante la extrema miseria en que vivían, en Junio de 1844. Federico-Guillermo IV de Prusia ejerció la represión más despiadada. Ruge, viejo colaborador de Marx, escribió en «Vorwärts», 24 y 27 de julio, un artículo criticando la huelga salvaje por falta de organización y de dirección política, por falta de un punto de vista general, de una teoría que explicara la causa profunda de la miseria.
Marx combatió este artículo en los suyos del 7 y 10 de Agosto del mismo año. Él dice que cuanto más nos cerramos en el plano político, menos podemos comprender los fenómenos sociales, pues no se tocan las causas profundas. Sólo se quiere cambiar una forma política determinada. La lucha política sólo es, pues, la envoltura necesaria de la lucha social.
Como los fenómenos físicos o químicos, los fenómenos sociales espontáneos y salvajes descubren la naturaleza íntima de las cosas.
Los movimientos salvajes son los síntomas de la salud o de las enfermedades sociales. Hay que observarlos con gran respeto. Nos enseñan las necesidades fundamentales de la sociedad. Tiene sentido querer dominar un caballo salvaje maduro. Querer cabalgar un potro de pata tierna, antes de tiempo, para domesticarlo, es absurdo. Acaba aplastado.
Después de cuarenta años de dictadura, los partidos políticos, hambrientos de base, devoran los más pequeños movimientos espontáneos que nacen tímidamente en un pueblo hasta ahora paralizado por la fuerza.
Los movimientos de masas son troceados en medio de la dura competencia entre los partidos; o son reducidos a simples correas de transmisión de los partidos. La huelga de la Roca del Baix Llobregat, las Comisiones Obreras, los movimientos catalán, de la Mujer, la lucha por la amnistía y, en estos últimos días, la polémica Comisión del Once de Septiembre, son ejemplos de politización excesiva. Tanta politización que se llega a perder la finalidad principal del movimiento popular que se quiere servir y potenciar.
San Ignacio de Loyola dice que se puede mortificar el cuerpo para someterlo a disciplina, pero no tanto que se mate el sujeto. El objetivo político no justifica aplastar el sujeto social, la base, el pueblo espontáneo. Entraríamos en el terreno de la política-ficción. Dejemos latir el corazón del pueblo, que va muy bien sin nuestros controles.
Lluís M. Xirinacs.