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Artículos publicados en el diario Avui, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979, traducidos al castellano.
Lluís Maria Xirinacs.
Artículos publicados en el rotativo Mundo Diario, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979.
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Capítulo 10. El retorno al Edén.
Pero la moneda puede ser y posiblemente ha sido durante
7.000 años al alba de las civilizaciones del Asia occidental un
instrumento con unas características radicalmente diferentes: personalización,
diversificación e inmovilidad.
En recientes investigaciones sobre el origen de la escritura y el uso de
la arcilla, se ha encontrado un complejo y extenso sistema de contabilidad
a base de fichas de barro que probablemente permitía registrar las
diferentes operaciones e intercambios efectuados con los productos de las
cosechas y de los rebaños. Este sistema fue el embrión de
los primeros instrumentos monetarios (bullae de arcilla) que informaban
acerca de las características y de los agentes de cada transacción
y, posiblemente, eran el instrumento básico de un sistema de compensación
contable. Los descubrimientos realizados por Denise Schmandt-Besserat (19781)
de la Universidad de Texas, cuando estaba investigando el uso de la arcilla,
no sólo permiten emitir interesantes hipótesis sobre el origen
de la escritura, sino también sobre el origen de la contabilidad
y de la moneda. Dejemos que sea ella misma quien nos lo explique.
«En 1969, comencé un proyecto de investigación,
cuyo objetivo final consistía en descubrir cuándo, y en qué
formas, llegó a utilizarse la arcilla en el Próximo Oriente».
«...visité los museos (...) que poseían colecciones
de artefactos de arcilla con una datación de hasta el séptimo,
octavo y noveno milenio a.C. Este intervalo de tiempo, que comienza hace
unos 11.000 años y acaba hace unos 8.000 años contempló
el establecimiento firme de los primeros asentamientos agrícolas
en Asia occidental».
«En las colecciones de los museos... me topé con lo que
para mí constituyó una categoría de objetos imprevista:
unos pequeños artefactos de arcilla de diversas formas». «Según
repasaba las colecciones de los museos y los informes de los yacimientos
arqueológicos en cuestión, quedé enormemente perpleja
por la manifesta omnipresencia de las fichas. Se habían hallado
en lugares que van desde el lejano oeste, como Beldibi (hoy, Turquía
sudoccidental), hasta el lejano oriente, como Chandhu Daro, (hoy, Pakistán).
Se han exhumado fichas incluso en un yacimiento del octavo milenio a.C.,
a orillas del Nilo, en las proximidades de Jartum».
Se encuentra el mismo sistema de fichas durante 7.000 años
en la zona que va desde Jartum (Sur) al lado del Mar Caspio (Norte) y desde
el Indo (Este) a la costa Mediterránea oriental (Oeste).
«Según ampliaba mis investigaciones para dar cabida a los
artefactos de arcilla más tardíos, con una datación
del séptimo milenio a.C. al cuarto milenio y aún posteriores,
encontré, con gran sorpresa, que también se habían
hallado fichas de arcilla similares». «Evidentemente, un sistema
de contabilidad que hacía uso de fichas se había difundido
(...) por todo el Asia occidental, desde una época tan remota como
el noveno milenio a.C. hasta épocas tan cercanas como el segundo
milenio».
Ejemplo de equiparación entre fichas y carácteres
sumerios descifrados.
«Considerado en su totalidad, el sistema tenía unas 15
clases principales de fichas, divididas en unas 200 subclases, basadas
en el tamaño, marcas o variación fraccional... Evidentemente,
cada formato específico poseía un significado propio; unas
pocas parecen representar valores numéricos y, otras, objetos específicos,
en particular géneros mercantiles».
«No es necesario teorizar sobre algunos de estos significados;
varios ideogramas que aparecen en las tablillas de Uruk (consideradas
hasta ahora el origen de la escritura) reproducen, casi exactamente,
en dos dimensiones muchas de las fichas».
«¿Por qué llegó a existir este repertorio
de símbolos tridimensionales? No puede tratarse de una mera coincidencia
el hecho de que las primeras fichas aparecieran en las primeras fases del
período Neolítico, época de profundos cambios en la
sociedad humana». «La nueva economía agrícola,
aunque aumenta indudablemente la producción de alimentos, se habría
visto acompañada de nuevos problemas».
«Quizás el más crucial habría sido el almacenamiento
de alimentos. Cierta porción de cada recolección anual tenía
que ser asignada para la propia subsistencia de la familia agrícola
y otra porción debía separarse como simiente para la cosecha
del año siguiente (...). Otra porción más podría
haberse reservado para trocarla con aquellos que estuviesen dispuestos
a proporcionar productos exóticos y materias primas a cambio de
alimentos. Parece posible que la necesidad de no perder de vista estos
distintos cupos y transacciones fue suficiente para estimular el desarrollo
de un sistema de registro».
«El período Neolítico y el siguiente período
Calcolítico, o Edad del Cobre, en Asia occidental, se extendieron
por espacio de 5.000 años. En todo este lapso de tiempo sustancial
no se encuentran, sorprendentemente, cambios en las fichas, hecho que puede
indicar cuán bien se adaptaba a las necesidades de una primitiva
economía agrícola este sistema de registro».
«Fue quizá durante el período Calcolítico
cuando los excedentes agrícolas de cada miembro de la comunidad
empezaron a reunirse mediante impuestos en especie, con la supervisión
del excedente puesta en manos de funcionarios públicos, como los
servidores de los templos. Si las cosas fueron así, la necesidad
de llevar buena cuenta de las contribuciones individuales, evidentemente,
no supuso una modificación relevante en el sistema de registro».
«En las primeras fases de la Edad del Bronce, entre el 3.500 y
el 3.100 a.C., se dieron cambios significativos en el sistema de registro.
Este período conoció un avance económico casi tan
notable, en su propia forma, como el nacimiento de la economía agrícola,
que sentó las bases de aquél. El nuevo desarrollo fue la
aparición de las ciudades. Los estudios de conjunto de los yacimientos
antiguos del Asia occidental indican un rápido aumento de la población
de Irak e Irán; centros urbanos con numerosos habitantes comienzan
a aparecer aledaños de los anteriores asentamientos aldeanos».
«El despliegue de una economía urbana, arraigada en el
comercio, debe haber multiplicado las demandas sobre el sistema tradicional
de registro. Tenía que anotarse no sólo la producción,
sino los inventarios, fletes y pagos de salarios, y los mercaderes necesitaban
guardar constancia de sus transacciones. Hacia el último siglo del
cuarto milenio a. C. la presión de una compleja contabilidad comercial
sobre el sistema de fichas se hizo patente, tanto en los símbolos,
como en la forma en que se emplearon las fichas».
Tablilla del III milenio a. C. de una población de Síria. Muestra el formato convexo que puede reflejar su evolución a partir de las bullaes vacías.
«Por lo que respecta a los cambios en la forma en que se emplearon
las fichas, es significativo el hecho de que... el 30 por ciento del total
estén perforadas». «Las perforaciones son tan reducidas
que sólo un fino cordel podría haber pasado por las mismas»
cosa que podría indicar que «(...) algunas fichas representativas
de una transacción específica fueran ensartadas juntas, a
modo de registro. Parece, al menos, plausible que la complejidad de guardar
constancia en una economía urbana podría haber dado lugar
a duplicar fichas idóneas para su enhebramiento».
«Un cambio mucho más significativo lo constituye la primera
aparición, en esta época, de las bullae de arcilla»
con fichas en su interior. «La existencia de una bulla representa
un testimonio directo, perfectamente definido, del deseo del usuario de
separar las fichas que representan una u otra transacción».
Bullaes vacías de arcilla, marcadas presionando las fichas
que después se colocaban en su interior o con representaciones incisas
de las fichas.
«A mi juicio, no existe duda alguna de que estas bullae fueron
inventadas para proporcionar a las partes de una transacción un
tipo de superficie tersa de arcilla que, según la costumbre sumeria,
podía ser marcada con los sellos personales de los individuos implicados,
a modo de validación del acto comercial».
«Un productor rural de, pongamos por caso, tejidos consignaría
un flete de efectos a un intermediario urbano, enviándole junto
con el flete una bulla con un número de fichas en su interior descriptivas
del tipo y cantidad de la mercancía embarcada. Rompiendo la bulla,
el destinatario del flete podía verificar la naturaleza del propio
flete; además, la necesidad de entregar la bulla intacta evitaría
al transportista la tentación de sisar la mercancía en tránsito.
Esta transferencia sellada de fichas entre socios comerciales representa
una forma completamente nueva de emplear el antiguo sistema de registro».
«Esta innovación tenía un serio inconveniente. Los
sellos impresos sobre el terso exterior de la bulla servían para
dar validez a cada transmisión, pero si estas improntas de los sellos
tenían que conservarse, la bulla tenía que permanecer intacta.
¿Cómo, entonces, podría determinarse qué fichas
y en qué número, había en su interior? Pronto se encontró
una solución al problema. La superficie de la bulla fue marcada
de forma que, además de las improntas de los sellos que le daban
validez, llevaba imágenes de todas las fichas incluidas en su interior».
«Está claro que no se inventaron estas marcas en la propia
bulla para sustituir al sistema de fichas de contabilidad. No obstante,
esto fue lo que ocurrió». «Las bullae huecas, con sus
fichas en el interior, habrían sido reemplazadas por sólidos
objetos de arcilla inscritos: las tablillas. Los montones de fichas en
sarta, canastas y estantes de los archivos habrían cedido el paso
a signos representativos de ellas, inscritos sobre tablillas, esto es,
habrían cedido su lugar a documentos escritos».
«El perfil convexo de las tablillas más antiguas de Uruk
puede muy bien ser un rasgo morfológico heredado de las bullae esféricas».
«La aparición de la escritura en Mesopotamia representa
un paso lógico en la evolución de un sistema de contabilidad
que se origina hace unos 11.000 años». «Con el nacimiento
de las ciudades y el desarrollo del comercio a gran escala, el sistema
se vio impulsado hacia una nueva vía. Las imágenes de las
fichas pronto suplantaron a las propias fichas y la evolución de
los objetos simbólicos hacia los ideogramas condujo a la rápida
adopción de la escritura por todo el Asia occidental».
De esta sugerente descripción podemos extraer algunas pistas:
Con el nacimiento de la producción agrícola se inicia
un sistema de contabilidad bastante elaborado. A medida que crecen el mercado
y la urbanización, se hace más complejo el sistema de contabilidad,
que se convierte en un instrumento fundamental en los intercambios. Es
decir, se realizan muchísimas relaciones comerciales, sin ningún
tipo de moneda con valor intrínseco, gracias a un complejo sistema
personalizado de transacciones.
¿El sistema de fichas, y sobre todo el de las bullae, hacía
las funciones de moneda, o no? Todo depende de qué entendamos por
moneda. La misma autora, en un intercambio de correspondencia, nos resumía
su posición: «Las fichas eran un sistema de anotaciones comparable
a nuestro ábaco moderno. Por lo que podemos ver, servían
para contar y contabilizar pero no tenían valor intrínseco
y no eran una moneda» (carta del 14 abril de 1987). Dice que no es
una moneda porque «no tenían valor intrínseco».
Pero, en cambio, no puede reducir su función a la de calculadora
sin caer en una contradicción con las funciones que ella misma describe
-como hemos visto- que cumplía: facilitar la venta de mercancías
entre socios comerciales, de forma cuantificada, contable, personalizada,
registrada... cualidades que, evidentemente, un ábaco no tiene.
No nos queda sino reconocer que, una vez más, la creencia de
que la moneda tiene valor intrínseco es tan fuerte que desdibuja
la interpretación de los hechos más evidentes.
Ésta
es, también, la trampa en que cae el propio Schumpeter cuando comenta
la teoría de Aristóteles: «La teoría aristotélica
del origen lógico del dinero puede resistir la prueba exigible a
una teoría verificable del origen histórico del dinero. Ejemplos
como el siclo semítico o como el té, (uno y otro con valor
intrínseco)..., son suficientes para así demostrarlo2».
Vemos como Schumpeter, que critica la argumentación de Aristóteles
a favor de la «teoría metalista», acepta que las primeras
monedas tuvieron «valor intrínseco» y cae, posiblemente,
en el mismo error que pretende combatir. A falta de un paradigma distinto
del metalista, tarde o temprano, se deriva hacia una interpretación
monolítica del pasado, y se autoimpide la capacidad de buscar y
hallar otros objetos o hechos dignos de una interpretación diferente.
Desde las posiciones de la teoría metalista, unas fichas de arcilla
o unas conchas no pueden ser moneda ni tener función monetaria,
por tanto, -se concluye- no pueden ser más que piezas de collares
o amuletos.
A pesar de todo, Schumpeter intuye la insuficiencia de su propia argumentación:
«Las formas primitivas de existencia no son, generalmente, más
simples sino más complejas que las posteriores»... «y
pueden ocultar los elementos lógicamente esenciales, en lugar de
revelarlos3».
Hoy conocemos más cosas de la prehistoria de las que sabían
Aristóteles (o Schumpeter), al mismo tiempo que ya hemos descubierto
la insuficiencia de la teoría metalista y podemos interpretar los
hechos dentro de otro contexto. Este tipo de «moneda» de arcilla
confirmaría la hipótesis según la cual «las
formas más primitivas acostumbran a ser más complejas que
las posteriores».
Las características de esta moneda prehistórica, que dura
en sus diversas variantes unos cuantos miles de años, son muy sugerentes;
sobre todo en la versión de las bullae. Estas características
son las opuestas a las de la moneda anónima y desinformativa:
Personalización: los que participaban en una
operación la validaban poniendo su sello personal. El transportista
tenía que entregar la bulla entera para evitar posibles fraudes.
Era como una factura y un cheque nominativo. La personalización
de la moneda, que se da cuando ésta hace constar quién compra
y quién vende, ofrece una posibilidad que, debidamente protegida,
puede asegurar el Estado de derecho, es decir, una actuación no
arbitraria de la Justicia para resolver los conflictos, con igualdad de
las personas ante la ley.
Diversificación: el instrumento monetario daba información,
no sólo de los agentes comerciales, sino de las mercancías
concretas de la transacción y, posiblemente, del valor (en unidades
contables) acordado. Servía de albarán y de factura. La diversificación
de
la moneda, con un instrumento monetario específico para cada transacción
y diversos tipos de instrumentos monetarios (para comercio interior o exterior,
para consumo, para empresas, para ahorro o inversión, de origen
mercantil o comunitario...), puede facilitar el seguimiento de la realidad
económica y puede evitar el traspaso desequilibrador o especulativo
de dinero entre ciclos y subciclos económicos.
Inmovilidad : cada bulla servía para una única
transacción. Se tenía interés en que fuera conservada,
archivada para fines particulares (microeconomía) y, posiblemente,
generales (macroeconomía) o judiciales (responsabilidades). La inmovilidad,
es decir, el hecho de que cada instrumento monetario sirviese para un único
acto de compraventa, facilita su archivo con finalidad analítica
estadística o judicial. Sin embargo, impide la siempre, hasta ahora,
incontrolada velocidad de circulación de la masa monetaria que provoca
crisis económicas.
Parece que el sistema de fichas y bullae puede ser, también, considerado
como un sistema monetario y contable en la misma medida en que hoy consideramos
el moderno sistema de cuentas corrientes.
Hay indicios para suponer que los templos hacían las veces de
banco, en el sentido que llevaban la contabilidad entre ciudades y que
guardaban los excedentes. En el Templo Rojo de Uruk es donde se han encontrado
la mayoría de tablillas sumerias.
Partiendo de todos estos datos de Mesopotamia, podemos considerar que
puede existir mercado sin «moneda con valor intrínseco»
y que, en este caso, el mercado utiliza instrumentos que permiten responsabilizar,
facilitar y documentar los intercambios.
Esta conclusión también la podemos extraer de la observación
diaria de cualquier mercado occidental donde la moneda con valor intrínseco
es inexistente y el mercado funciona con «papeles» y con cuentas
corrientes.
La gran diferencia entre aquel sistema y el actual es que ahora hemos
perdido las características que lo hicieron tan permanente: el cheque
puede ser nominativo o al portador (anónimo); la factura acostumbra
a ser personalizada y describe la mercancía; pero, en tanto que
la factura puede ser pagada sin cheque -en efectivo- o con cheque -al portador-,
todo el sistema queda escindido y enredado.
Parece, pues, que lo único que sería necesario para poner
al día este curioso y útil instrumento monetario sería
unir la factura con el cheque nominativo, como un sólo documento
personalizado, informativo y archivable, que podríamos llamar «factura-cheque».
En nuestra realidad ya está instrumentalmente todo a punto: las
cuentas corrientes, los cheques nominativos, las facturas y los medios
técnicos (papel o/y electrónica) para su uso compacto, ágil
y eficiente. Sólo nos falta percatarnos de la necesidad de dar este
paso y poner los medios para su uso correcto en una sociedad mucho más
compleja. Complejidad a la que, precisamente, no puede responder eficientemente
el sistema monetario actual.
A nivel visual, podríamos representar una factura cheque como
un documento que distingue un área de contabilidad general (tipos,
cantidades y precios de los artículos; fecha y lugar) y un área
de protección judicial (referencias personales y contables del proveedor
y del cliente, con la aceptación de la transacción y de su
pago por parte de éste).
Factura-cheque.
¿Qué ventajas puede tener el implantar una moneda tipo
«factura-cheque»? ¿es sólo el gusto por recuperar
una antigua técnica o costumbre? Si se perdió, ¿no
será porque ya no podía desempeñar una buena función?.
Antes de contestar estas preguntas en los próximos capítulos,
una curiosidad solamente.
La Biblia relata que el paraíso perdido, el Edén, estaba
situado entre dos ríos (¿en Mesopotamia?). ¿Cómo
vivía, en este lugar y en tiempos pretéritos, la humanidad
para que el mito haya marcado este sitio con el don de la añoranza?
Los hebreos que escribieron el mito del paraíso y del pecado original
habían recibido por tradición oral alguna cosa especial.
¿Podía esta «cosa» haber sucedido 10.000 años
antes, en comunidades pre-agrícolas? ¿O era relativamente
próxima -como mucho, algún milenio- ? Y, en cualquier caso,
¿qué sabemos del Edén prehistórico?.
La autora nos sitúa en estas regiones a lo largo de las transformaciones
que un sistema de contabilidad expresa. Pero de repente, después
de conectarlo con las tablillas sumerias, se detiene. Ha acabado el trabajo.
Su trabajo. Pero nos abre una pista insospechada para explicar qué
pasó después, con el nacimiento de la «Historia».
Oficialmente la historia comienza con la escritura. Pero también
comienza con la aparición de la moneda con valor intrínseco
-oro, plata, bronce... -, de los imperialismos, de la guerra organizada
entre ciudades y estados, de la corrupción generalizada... comienza,
en la tradición semita, con el conocimiento del Bien y del Mal,
con la pérdida del paraíso y la marca del pecado original
propio del hombre histórico. Del pecado que originó la historia...
Notas:
1Schmandt-Besserat,
Denise (1978), El primer antecedente de la escritura,
«Investigación y Ciencia», número 23, agosto
1978.
2Schumpeter,
J. A. (1954, Historia del Análisis Económico, Editorial
Ariel, Barcelona, 1982, páginas 100-101.
3Íd.,
página 101.
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