Diario de un senador.
Mundo Diario. Martes, 23 de Mayo de 1978.
Xavier Ribalta.
Me equivoqué el otro día en una referencia burda al cantante Xavier Ribalta. Dije que él exigía el culto del arte por el arte en negros tiempos de dictadura, cuando todo debía ayudar a la lucha por sacudirla.
Xavier Ribalta no ha querido, por pudor, explicar sus serios problemas en el tiempo de la dictadura. Gravemente multado. Prohibido en todo el Estado durante siete largos años. Siempre combativo en sus canciones. De otro modo no se le hubiese perseguido con tanto ahínco. Obligado a salir fuera de España si quería seguir cantando. Repetidas veces prestó su adhesión a las luchas contra dictaduras latinoamericanas. Pero su seriedad nunca permitió que la aureola de perseguido añadiera propaganda a los méritos estrictamente artísticos de su largo trabajo de doce años de cantante y músico. En esto fue irreductible. Huyó del mito de oprimido del régimen como la peste cuando se trata de llegar al público.
Un poco tarde, rectificó. Se acabaron sus tres recitales en «Les Drassanes» de Barcelona con poco público. Asistí a la última porque no pude antes. No entiendo mucho de música, pero me lo pasé muy bien. Me satisfizo. Era la primera vez que le oía. Mucha voz, mucha expresión, mucho tema, energía y lirismo sabiamente alternantes, mucha música, muy trabajada, el conjunto que le acompañaba interesantísimo y con claras muestras de una cohesión que sobrepasa lo meramente personal.
Lluís M. Xirinacs.