Diario de un senador.
Mundo Diario. Miércoles, 17 de Mayo de 1978.
Navarros católicos.
Vengo de Navarra. Antes estuve en Galicia. Choca observar que unas autonomías, que fueron pensadas para democratizar ese Estado español tan necesitado de derechos humanos, puedan resultar unos instrumentos de reacción.
Si en Galicia la existencia de un caciquismo arraigado puede convertir el ente autonómico en un instrumento de reacción, la misma cosa puede ocurrir en Navarra. Pasé por el gran negocio Huarte, la autopista de Navarra, cuyo aval fue sometido a votación hace poco en el Senado. Vi una Pamplona invadida por su Universidad de tiempos medievales. En cualquier carrera de la Universidad de Navarra hay que estudiar Teología. Y esa Teología niega el evolucionismo, defiende que toda la humanidad nació de una única pareja y que precisamente esa pareja fue la que cometió el pecado original y, en nombre de no sé quién discrimina los alumnos, los selecciona según sus tendencias políticas, tanto que en la presidencia de un acto público los muchachos hurtan sus caras a la máquina de fotografiar por miedo a represalias disciplinarias universitarias.
El Opus está fabricando nuevos sacerdotes sin parar y a su estilo, mientras las nuevas formas de cristianismo no encuentran en la Jerarquía más que dificultades para su desarrollo. Pronto en la Iglesia los curas del Opus serán mayoría y los obispos, ahora aparentemente hostiles, deberán aceptar la ecuación inevitable Iglesia = Opus. Navarra es un anticipo. O bien Opus o bien radicalismo de izquierdas.
Recuerdo la canción de cuando a mis quince años aprendía Filosofía en Navarra: «Navarros católicos, morir o triunfar». Aún sigue.
Lluís M. Xirinacs.