Diario de un senador.
Mundo Diario. Martes, 9 de Mayo de 1978.
Crónica gallega.
El sábado, Antonio Rosón Pérez, presidente de la Xunta Galega ofreció en Santiago una conferencia de prensa para salir al paso de los ataques que contra su persona y familia ha lanzado la revista «Interviu», a su vez secuestrada por las autoridades. José Luis Morales, el periodista responsable, estaba allí. Rosón le conminó a marcharse. No quería hablar en su presencia. Morales se fue. Mientras salía dijo que se marchaba por respeto a sus compañeros de profesión, pero que seguía dispuesto a defender sus aseveraciones, punto por punto. Luego Rosón se pintó a sí mismo como el mayor demócrata y galleguista de toda la vida. El miedo en Galicia y especialmente en Lugo, feudo del clan Rosón, es grande. Sin embargo, gallegos emigrados a Latinoamérica han dicho que están dispuestos a ir a Galicia y a dar testimonio, pese a quien pese.
Mientras, en ese Lugo de Rosón están a punto de aprobar un plan provincial importante y se han olvidado de construir una carretera que comunique la comarca más pobre, de la provincia más pobre de uno de los pueblos más pobres de la Península. Se trata de la comarca de Cebrero en el rincón límite con León y Asturias, con pequeños núcleos rurales, que suman unos seis mil habitantes. Sólo están comunicados por caminos de carro con roderas profundas y llenos de barro. Las gentes de esos pueblos quieren que yo vaya a denunciar su triste situación.
He mandado aviso a Celso Montero, sacerdote y senador del PSOE por Orense y recién designado ministro de Trabajo de la Xunta Galega, por si quiere hacer él la visita o quiere que yo vaya con él. Los campesinos esperan, con esta visita, forzar a los responsables de Lugo, en donde sólo salieron parlamentarios de derechas, siete de UCD y dos de Alianza Popular, con el agravante de que varios de UCD pertenecían a Alianza Popular y, en el último instante, antes del cierre de presentación de candidatos, se pasaron al partido de Suárez.
¡Pobre autonomía gallega en manos de los señores feudales!
Lluís M. Xirinacs.