Diario de un senador.
Mundo Diario. Miércoles, 12 de Abril de 1978.
Hijos naturales.
Ayer hablaba de un caso de marginación muy frecuente. Las madres solteras. Hoy toca hablar de la marginación de los hijos naturales e ilegítimos, consecuencia de la anterior.
En la legislación española está prohibida la investigación de la paternidad. En cambio «mater semper certa est». La madre siempre se sabe. Tanto el padre como la madre son responsables de sus hijos, pero los hijos extramatrimoniales siempre acaban «huérfanos» de padre y la madre debe cargar con toda la responsabilidad. Luego hasta el Código Penal (artículo 414) reconoce que el ser madre soltera es una deshonra. Y sus hijos, sin responsabilidad alguna arrastran también la deshonra. Al tener apellidos anormales –sólo los de la madre– no pueden ocultar su origen. Tengo encima de la mesa la, quizás, única sentencia de una madre soltera a propósito de una demanda sobre alimentos que ella interpuso contra el padre de sus dos hijos. Sin necesidad de investigar la paternidad porque ella tenía pruebas fehacientes, el juez sentenció a favor de ella, rebajando sin embargo en más de la mitad sus peticiones: 4.000 pesetas al mes en 1966, que hoy están transformadas en 13.000.
Es curioso como existiendo tantísimos casos, sólo éste ha merecido una sentencia favorable. Sin embargo aún siguen los hijos sin poder inscribirse con el apellido del padre.
Las mujeres afectadas no acaban de unirse para luchar por ellas y por sus hijos. Tienen todavía mucho miedo. Se dan casos de represalias terribles. La legislación no ha variado lo suficiente. No hay manera, dentro de las plataformas reivindicativas de la mujer, de constituir un grupo para luchar por las madres solteras y sus hijos. Y aunque se alega que ello atentaría a la estabilidad de la institución familiar, lo cierto es que examinando la legislación la impresión que produce es que el problema grave está en el aspecto económico, en el atentado al patrimonio material de la familia.
Como siempre marginación causada por una sociedad egoísta e hipócrita que luego se escandaliza de los frutos de los reformatorios, de la delincuencia juvenil, de las reivindicaciones carcelarias, de un indulto para los presos sociales.
Lluís M. Xirinacs.