Diario de un senador.
Mundo Diario. Martes, 11 de Abril de 1978.
Madres solteras.
La Constitución va avanzando en el Congreso y es conveniente que los senadores que aún no hemos tenido ni arte ni parte en ella nos vayamos interesando y empecemos el estudio de tanta documentación como se va acumulando sobre ellas.
El viernes en Madrid participé en una mesa redonda sobre «Constitución y marginados» organizada por las comunidades cristianas populares, dentro de un ciclo sobre «Iglesia y Constitución».
Dos días antes me fue a ver al Senado una madre soltera con dos hijos. Estuvimos hablando de su caso y de los innumerables casos de madres solteras y de sus hijos. Entre la inacabable lista de marginados sociales que yo tenía en mi cuaderno, por casualidad el apartado de las madres solteras figuraba el primero. Ella lo vió y se le llenaron los ojos de lágrimas. Como ella, miles de mujeres tienen una larga historia que contar sobre su propia vida y sobre la vida de unos hijos que ellas quisieran proteger pese al egoísmo y desinterés de los respectivos padres. ¿Cuántos españolistos habrán echado algún día una cana al aire al margen de la sagrada institución familiar? Y, luego, para no romper esa sagrada institución, ¿cuántos habrán huido de responsabilidades extramatrimoniales? Luego madres solteras e hijos quedaron sin ayuda y los hijos sin apellidos y con un trato social discriminatorio. Si algo reclamaron, la ley estaba en su contra y, a veces, también estuvo en su contra la agresión física en una oscura portería o el accidente de coche fortuito que eliminase el enojoso cuerpo del delito. Y, en el mejor de los casos, cayó querella por difamación, penada con destierro o hasta con seis meses de arresto mayor.
La Constitución quiere arreglar la cosa, pero, a buen seguro, con exiguos retroactivos porqué, de otra manera, con el cúmulo de reclamaciones se venía abajo la institución familiar. Será necesario un cambio de mentalidad que impida la hipocresía de tanto hombre que vela jurídicamente por la familia y pone con sus hechos irresponsables los medios prácticos para destruirla.
Lluís M. Xirinacs.