Diario de un senador.
Mundo Diario. Miércoles, 8 de Marzo de 1978.
Dos Murcias.
A las nueve de la noche del lunes, día 6, di una charla-coloquio en el local social de la Asociación de Vecinos de Algezares –Murcia– sobre la problemática de los presos sociales. La idea no fue mía. Fue de ellos. El acto estaba organizado por el colectivo No Violento de Murcia.
La sociedad murciana debe estar partida en dos bandos contradictorios. Por un lado, «en Murcia capital, se estuvo intentando conseguir un local para que hablase Xirinacs y no se consiguió; todo se intentó: locales religiosos, profesionales, universitarios... nada fue posible. Hay todavía, al parecer, un algo de veto a Xirinacs. ¿Por qué?». Así hablaba el diario «Línea» al día siguiente.
Los amos de locales no quisieron que se hablara de presos. Sin embargo, en el vecino pueblo de Algezares, todo fue posible.
Hubo un llenazo. La gente se mostró muy interesada. Intuían que los malditos presos sociales salen siempre de las capas más oprimidas y marginadas de la sociedad. Marcelino Camacho, el mismo día, tuvo locales en Murcia y en Cartagena. Los trabajadores de «Línea», dado de la antigua cadena del Movimiento, en trance de desaparición le pidieron, por la tarde, que interpelara al Gobierno para saber qué política quiere seguir en este asunto. Por la mañana, el director me pedía a mí lo mismo. Me dijo: «Ya he visto que por ser usted independiente, coloca en el Senado lo que le pide la gente». ¡Ojalá fuera verdad tanta belleza!
El presidente de la Asociación de Vecinos de Algezares, junto con otros representantes de la Federación Murciana de Asociaciones de Vecinos apretó aún más fuerte. Pidió oposición a la Ley de Elecciones Municipales por la forma de las listas, por la ley Hondt, por la forma de elección de alcaldes, etcétera. Pidió una ley de régimen local en donde se reconociera a las asociaciones de vecinos el derecho y saber de controlar la gestión municipal. Y además dijo que en la Constitución, en donde se hallan reconocidas las sindicales debieran quedar, en justicia, también reconocidas las asociaciones de vecinos. «Estamos cansados –dijo– de que se nos metan en el mismo cajón de sastre de una asociación de pajareros o de filatélicos.»
¡Caray con los murcianos!
Lluís M. Xirinacs.