Diario de un senador.
Mundo Diario. Viernes, 3 de Marzo de 1978.
Inseguridad social.
Hace unos pocos días tuve que visitar una persona amiga en la Residencia Sanitaria del Valle de Hebrón, en Barcelona. Quedé horrorizado del espectáculo. Era la invasión. No podía pensar que hubiera tantos enfermos y por consiguiente, tantos visitantes tratados todos sin contemplaciones por los pobres empleados desbordados. Como si fuesen presos en una cárcel. Las habitaciones colectivas, con una cama de más ocupando el pasillo. Se me dijo que había camas instaladas en los lugares más inverosímiles. Soy lego en temas de sanidad social, pero la impresión fue lamentable. A continuación, me llega un grueso informe sobre la materia. Existen ambulatorios en donde se visitan cien enfermos en una hora. «Visitas de medio minuto en Can Vidalet.» «Fallece centenaria a la que se negó asistencia». «Antonio Giménez Caballero, muerto, por falta de asistencia médica de la Seguridad Social.» «Murcia: le amputan por equivocación, la pierna sana».
El presupuesto de la Seguridad Social española puede alcanzar un billón trescientos cincuenta mil millones de pesetas.
Bastante más que todos los gastos del Estado en 1977. Son recortes de periódico que se podrían prolongar indefinidamente. La Seguridad Social se ha convertido en un monstruo que se ha escapado de la mano de sus progenitores. Nadie sabe lo que pasa dentro de la misma o nadie dice saberlo.
Parece que no sólo el Gobierno no tiene control de este organismo, sino que las centrales sindicales democráticas se están cansando de intentar la consecución de su vigilancia y reforma.
Se ha formado, pues, una «Coordinadora de Defensa del Usuario de la Seguridad Social y Sanidad», que lucha, David contra Goliat, la descentralización de la entidad, por el control de los centros de los médicos, de los directores e inspectores que acumulan, a veces, hasta diez cargos diferentes. Quieren que se nivelen los salarios de los trabajadores de la Sanidad. Buscan la desmasificación de las atenciones médicas, la revisión de «tarugos» y conciertos o prestaciones abusivos, el establecimiento de servicios de urgencia, por barrios, el cambio del Código Penal del personal médico sanitario y muchas cosas más.
Nuestra Seguridad Social es una vergüenza. La Coordinadora de Defensa necesita local, dinero y personas que dispongan de tiempo. Dan más información: Mari Carme –teléfono: 3190165– o Anna Maria –teléfono: 2295470–.
¡Para que la Seguridad Social esté un día gestionada y controlada por el pueblo!
Lluís M. Xirinacs.