Diario de un senador.
Mundo Diario. Sábado, 11 de Febrero de 1978.
Derrotado.
Hay que aprender a ser derrotado en el sistema parlamentario, después de haber aprendido a serlo en sistemas peores. Hoy, Bandrés y yo, y una lista de otros fieles firmantes de la propuesta de ley de indulto para los presos sociales, hemos sido derrotados después de más de tres meses de intentos de presentar esa proposición y después de uno de los debates transcurridos con más seriedad, con más altura y con más tensa atención de cuantos se han tenido en la Cámara del Senado.
Bandrés, el defensor, estuvo genial en su media hora de intervención. Luego Sánchez Cuadrado, de UCD, consumió un turno en contra, con la intervención más desafortunada por su aire «derechoso» poco a tono con el momento. Después participé yo, incitando a la reflexión y a la desdramatización como mejor supe, evitando polemizar y llevando el tema más allá de la lucha de partidos. Fernández Viagas, del PSOE en nombre de su grupo, se opuso al indulto proponiendo una lista de sustitutivos a más largo plazo, todos importantes. Portabella, por Entesa dels Catalans, apoyó el indulto con energía y elocuencia. Villar Arregui, de los progresistas, reconoció, a pesar de estar en contra, que Bandrés había conseguido convencer «in situ» a algunos de su grupo. Por UCD habló un senador que dijo cosas muy ofensivas para catalanes y vascos. Y, finalmente, el ministro de Justicia también se opuso en redondo y ofreció su programa alternativo de cambio de leyes y de reforma penitenciaria.
Como dijo Bandrés, hemos sido abogados de una causa perdida... a corto plazo. A largo plazo ya se verá. Hubo muchas presiones para que retiráramos la ley. Parecía una postura meramente testimonial el llevarla adelante con una derrota segura.
Pero, por una parte creo que hay que confiar siempre en poder convencer y en un posible cambio de opinión del opositor. ¿Para qué serviría sino un Parlamento? Y, en segundo lugar, es natural que la oposición minoritaria sea derrotada en un parlamento democrático. Conviene a la opinión pública conocer claramente las diferentes posturas. En las siguientes elecciones votará con conocimiento de causa. Y conviene al Gobierno saber claramente las razones y posiciones de sus opositores. Muy a menudo ha realizado a los pocos meses lo que negó antes. Por ejemplo, la amnistía. Las verdaderas razones y las posiciones sinceras siempre pesan aunque sean derrotadas.
Mientras quedan ahí desesperados unos presos con la ilusión más bella de su vida frustrada y sufriendo unas medidas de «mano dura» que el ministro dijo que serían transitorias. Y queda ahí satisfecha una sociedad infantil y manipulada, egoísta y simple a la que los grandes partidos no han querido obligar a hacer ningún esfuerzo para salir de su irresponsabilidad.
Lluís M. Xirinacs.