Diario de un senador.
Mundo Diario. Martes, 7 de Febrero de 1978.
Liberalismo, libertad y libertarios.
Hay que desengañar al gran público y hacerlo bajar de las nubes. Ese público sufrido que soportó cuarenta años de dictadura, estaba profundamente ilusionado con los nuevos vientos de democracia. Varias veces, en esta columna, he contrapuesto democracia con rostro humano a la democracia salvaje que nos quiere ser impuesta desde poderosos países. No es lo mismo liberalismo que libertad. Y la falta de libertad que esconde el liberalismo ha producido la aparición de los libertarios. El atentado de Scala de Barcelona, (no sé si fundadamente o no, porque en este país nunca se sabe nada cierto en materia de atentados, aunque consolémosnos, parece que tampoco los norteamericanos sabrán nunca quien mató a Kennedy), provocó que todas las iras del nuevo estado liberal cayesen sobre los libertarios.
Por si acaso, cuando nos referimos a las libertades concedidas por la democracia occidental, que es la que nos están dando, hablamos de libertades formales. Y el gran público debe saber que la única razón de la concesión de esas libertades es la necesidad del libre mercado para romper los compartimentos estancos, económicos y sociales, heredados del feudalismo, y que impiden los grandes negocios que pasan por encima de toda frontera. Primero el imperialismo y, ahora el internacionalismo (multinacionales) capitalista necesitan que toda persona pueda moverse como quiera, para que ellos los poderosos puedan moverse como quieran.
Pere Calders subraya que en la Constitución mejicana figura que cada estado de la unión es libre y soberano, siendo así que los estados mejicanos no coinciden con verdaderas naciones y que, en cambio, en España, ni se puede soñar en que cada nación que la compone se afirme como estado libre y soberano.
Que recuerde ese sufrido gran público, que asiste atónito al debate constitucional sobre las regiones, nacionalidades o naciones, este consejo a gobernantes: «No des nunca la condición de estado libre y soberano a la nación que realmente la necesita». La democracia liberal es así.
Lluís M. Xirinacs.