Diario de un senador.
Mundo Diario. Domingo, 5 de Febrero de 1978.
Más respeto al Senado.
Yo no sé hasta qué punto el Parlamento del Estado español cumple con aquellos requisitos que le asignó Montesquieu. Él determinó la separación de poderes legislativo, judicial y ejecutivo. Y como el legislativo se compone de representantes elegidos directamente por el pueblo, que es la fuente de la soberanía, es el legislativo quien ostenta la suprema representación de esta soberanía, teniendo sólo por encima al jefe del Estado.
Pero en este país, que quiere homologarse como democrático, ante las más tradicionales democracias del planeta, existen enormes presiones, casi diría techos insalvables sobre las Cortes, que nada tienen que ver con el jefe del Estado. Ya sé que es tendencia universal el limitar el legislativo, pero esa tendencia es nefasta para la democracia y deberíamos tratar de evitarla en esta casa, que se está llenando de «lobbies». En la próxima semana se presenta en el Senado una proposición de Ley. Pues bien, el ministro Martín Villa ya dijo que no habrá lugar para su contenido. Y ayer, la reunión de fiscales generales dijo que se opondrá a cualquier proyecto en este sentido. El ejecutivo y el judicial niegan anticipadamente toda salida a una tarea que es propia del legislativo.
¿Con qué moral podemos ir a defender tal proposición de ley? ¿No debería el Senado elevar una enérgica protesta en este sentido y salir por los fueros de la mínima independencia legislativa? Si no ¿para qué sirvieron tantas elecciones y tantas consultas a la voluntad popular? Es el pueblo quien debe juzgarnos y, en las próximas elecciones legislativas, volvernos a dar la confianza o retirárnosla.
Lluís M. Xirinacs.