Diario de un senador.
Mundo Diario. Jueves, 2 de Febrero de 1978.
Moncloa y parados.
Dentro de la Semana Económica y Política Internacional, que organiza cada año el Grupo Mundo de Barcelona, intervino un senador por designación real, Jaime Carvajal y Urquijo, marqués de Isasi y, si mis datos no están atrasados, consejero delegado y director del Banco Urquijo y consejero de Telefónica, Standard Eléctrica, Asland e Intelsa, y por tanto relacionado con la multinacional y con el grupo Rockefeller. Dijo algo que creo muy significativo cuando se trata de pasar revista a los Pactos de la Moncloa.
De las tres fórmulas posibles para atacar la inflación: política monetaria, política fiscal y política de rentas, el Pacto de la Moncloa se ha basado solamente en la primera. De esta forma lo que se ha llevado a cabo es «mantener el poder adquisitivo de los salarios a costa de aumentar el desempleo en lugar de hacer un cierto sacrificio general y evitar el crecimiento del paro». En resumen, lo que se ha dado es una falta de solidaridad que, en caso contrario, habría aconsejado una distribución de la masa salarial para el presente año entre los trabajadores, que «hubiera evitado un nuevo aumento de los actuales niveles de desempleo. Pero se ha preferido sacrificar a los que en 1978 perderán inevitablemente sus puestos de trabajo en beneficio de los que conservan su empleo».
Por un lado se ve que a la hora de los sacrificios sólo quiere como protagonistas a los asalariados. El capitalista no tiene por qué sacrificarse, pero de ser cierta esta interpretación de lo que se pactó en la Moncloa, aparece, por parte de los partidos defensores de los trabajadores, una patente despreocupación respecto de los obreros sin trabajo.
Por eso siempre hablo de que existe una tercera clase, la de los oprimidos sin armas de lucha, al lado de la clase de los opresores y de la clase de los oprimidos con armas de lucha. ¿Qué huelga puede hacer un parado? ¿Qué elecciones sindicales puede hacer un parado? ¿Qué defensa tiene el parado? ¿Quién se ocupa de él?
El millón y pico de parados pasa a engrosar el enorme grupo de los marginados, caldo de cultivo de la delincuencia, en ascenso en nuestro país. Y luego mano dura contra el delincuente que se ha contribuido a crear.
Lluís M. Xirinacs.