Diario de un senador.
Mundo Diario. Miércoles, 11 de Enero de 1978.
Teatro militar.
El comunicado militar sobre la detención de Albert Boadella es un prodigio de claridad. El libreto fue autorizado por el Ministerio de Cultura, bajo condición de no introducir modificaciones de texto o interpretación, que alteren el sentido.
Los programas, sin depósito ni autorización, relacionaban la trama con hechos reales de un proceso fallado por el Consejo Supremo de Justicia Militar. Los atuendos identificables con componentes de las Fuerzas Armadas no se señalaban en el libreto. Me parece que hasta aquí era competencia del Ministerio de Cultura.
Lo que sí que se refiere al asunto y posible injuria es lo que constituye la representación de las Fuerzas Armadas al pintar los componentes del Tribunal Militar embriagados y dictando sentencia, en este estado, antes de la celebración de la vista.
Asistí el día 7 al estreno en Madrid, y en el teatro María Guerrero, de los dos esperpentos de Valle Inclán «Las Galas del difunto» y «La hija del capitán», por la compañía de María José Goyanes. En el primer esperpento se ridiculiza el Ejército por boca de gente de tropa. En el segundo se le ridiculiza en la persona de altos jefes militares que juegan, se emborrachan, ocultan un homicidio y para conseguirlo dictan un golpe militar en el cual se ridiculiza al Rey. Cierto que no hay alusión directa a la situación actual. Cierto que el rey es Alfonso XIII y los militares llevan atuendos de su tiempo. Se ridiculiza pues el pasado. En el anuncio de «El País» se viene a decir irónicamente que no hay ningún parecido con la actualidad. Sólo al final de la segunda obra se cierra el telón con la ejecución íntegra del himno nacional en una situación ridícula, que puso la carne de gallina a todo el público, pero era al fin y al cabo el himno de entonces. La obra, maravillosamente interpretada, no ha tenido de momento ningún tropiezo, a pesar de los anuncios de mal agüero.
Es notable que se trataba de un estreno, puesto que no se pudo estrenar en vida del autor hace cincuenta años, en Noviembre de 1927, en plena dictadura de Primo de Rivera, porque fue prohibida.
He aquí el texto íntegro de la prohibición aparecido en el ABC de entonces:
«La Dirección General de Seguridad, cumpliendo órdenes del Gobierno, ha dispuesto la recogida de un folleto que pretende ser novela, titulado “la hija del capitán”, cuya publicación califica su autor de esperpento no habiendo en aquel ningún renglón que no hiera el buen gusto ni omita denigrar a clases respetabilísimas a través de las más absurdas de las fábulas. Si pudiera darse a luz pública algún trozo del mencionado folleto sería suficiente para poner de manifiesto que la determinación gubernativa no está amparada en un criterio estrecho o intolerante y sí exclusivamente en el de impedir la circulación de aquellos escritos que sólo pueden alcanzar el resultado de prostituir el gusto atenuando las buenas costumbres.»
Lluís M. Xirinacs.