Diario de un senador.
Mundo Diario. Domingo, 25 de Diciembre de 1977.
Se pudrió el indulto.
Llegó Navidad y no hubo el indulto esperado por los presos sociales. Tres años esperé, inútilmente, la amnistía por Navidad. Ahora, con la amnistía, más o menos completa, en la mano, esperábamos para estas Navidades unas cuantas medidas complementarias de gran conveniencia como el mejor regalo de fiestas para nuestra sociedad. La amnistía de la mujer, la de los militares, la de las viudas de guerra, la laboral, etc., aún están incompletas. El indulto para los presos sociales, los peligrosos sociales, los menores, etc., tampoco llegó. Todo problema social abandonado a si mismo tiende a pudrirse, tiende a convertirse en algo irreversible que lleva a situaciones límite desesperadas de difícil solución.
La situación en las cárceles del Estado se ha podrido. Hoy, día de felicidad para todos los hogares, es el día de la máxima infelicidad para ese hogar del preso que es la cárcel. Si la cárcel es especialmente triste en Navidad, este año lo será más que nunca.
En estos momentos, ya todas las fuerzas políticas piden el indulto. Tengo sobre la mesa una declaración conjunta de fuerzas políticas y sindicales de Catalunya sobre la necesidad de la concesión de un indulto para los presos sociales, que MUNDO DIARIO publicó ayer. Pidió el indulto la comisión senatorial de investigación de prisiones y el comunista Simón Sánchez Montero hizo en su homóloga del Congreso.
¿Quién es pues responsable de que no se dé? Por lo que se puede ver es el ministro de Justicia quien se niega a dar su brazo a torcer. Usa los argumentos franquistas de siempre para no obedecer la voluntad de la mayoría. «No será dictado ningún indulto para los comunes y menos aún en las actuales circunstancias de presión por parte de determinados sectores. Hay una campaña para pedir el indulto y es posible que se tengan que tomar medidas más drásticas.»
Señor ministro, le hago a usted responsable de tantas desgracias como están ocurriendo en las cárceles y del gravísimo deterioro de la situación penitenciaria. Si no es usted, díganos quién. Cuando no había presión de ninguna clase, en octubre, le avisé. Estuve hablando con usted una hora. Me dijo usted: «No está ajena a mi mente la posibilidad de la concesión de un indulto». ¿Por qué no lo dio entonces? La autoridad, ¿es un acto de orgullo o de servicio a la voluntad del pueblo?
Ya sabemos, señor ministro, que es fuerte y puede tomar medidas más drásticas. Pero aquel Jesús débil que nació hoy no está con usted, está con los presos.
Lluís M. Xirinacs.