Diario de un senador.
Mundo Diario. Jueves, 22 de Diciembre de 1977.
Desolación.
Primero la prisión de Barcelona y una serie de prisiones explotaron a principios de noviembre. Saltó el director de la Modelo. Fue el primer aviso. Luego la prisión de Ocaña y otra serie de prisiones explotaron a finales de noviembre. Saltó el director general de Instituciones Penitenciarias. Fue el segundo aviso. Ahora toca a la artillería pesada. Los nubarrones ya hace días que se acumulan. Hasta los políticos más fríos de la antigua oposición comprendieron que había que encararse con alguna forma de indulto para los presos. Las comisiones investigadoras sólo resultarían útiles a medio y a largo plazo. Ahora eran otros el problema y su solución. Ha estallado Valencia y le sigue una nueva serie de desgracias.
El día de la ley de amnistía avisé que convenía como medida política un indulto para los sociales. La falta de política lleva a los resultados actuales. Y sigue el Ministerio de Justicia cerrado de banda. ¿Quién tendrá que dimitir ahora? La responsabilidad ¿es cosa personal, del ministro, del jefe de gobierno o del partido en el gobierno? ¿Porqué desaprovechar estas fiestas de Navidad tan propicias a medidas de gracia? ¿Por qué quien despertó la espectativa de los presos sociales, asociando indisolublemente un indulto para ellos a las dos concesiones anteriores de amnistía, ahora se ha vuelto tan avaro? ¿Quizá por que antes no había elecciones y ahora sí, y fueron ellos quien azuzaron la opinión del pueblo sencillo contra los presos? La situación es gravísima. Todo fue previsto. Yo no me siento bombero contra incendios previsibles. Tengo el ánimo destrozado por lo que pasa. Debo buscar ayuda en el viejo profeta Habacuc cuando cantaba:
«Tranquilo espero el día de la aflicción. Que no dé sus yemas la higuera. Que no dé sus frutos la vid. Que falte la cosecha de olivo, y no den mantenimiento los campos. Que desaparezcan del redil las ovejas. Que no haya bueyes en los establos. Yo siempre me alegraré en aquel que no pasa».
Lluís M. Xirinacs.