Diario de un senador.
Mundo Diario. Miércoles, 30 de Noviembre de 1977.
Poder y terror.
La tensión entre los pequeños grupos dueños de un inmenso poder concentrado y un pueblo inmenso desposeído de todo poder de decisión es enorme. Los primeros imponen su ley, nos guste o no nos guste y los segundos se ven empujados a la desesperación.
El poder concentrado, si estuviera controlado por el pueblo sería el más formidable medio de desarrollo y progreso. En el actual momento histórico sin inversiones cuantiosísimas entraríamos en una recesión trágica. Es pues imprescindible la concentración. Pero está en manos de pocos y al servicio de su particular afán de lucro.
Indigna leer en los diarios que las centrales sindicales necesitarán gastar en las próximas elecciones a delegados de empresa alrededor de mil millones de pesetas. La democracia resulta así una cuestión de dinero. ¿Pensaban así los inventores de la democracia liberal en el siglo XVIII? ¿Pensaban que el bombardeo publicitario que se obtiene con tantos millones iba a alejar la capacidad decisoria del pueblo? La información y las razones de convicción han quedado sustituidas por las más sofisticadas técnicas de seducción de masas. Si no ponemos drásticamente freno a estos absurdos con leyes electorales que las eliminen, no nos extrañemos que gente del pueblo sencilla y sensible, especialmente gente joven, empujada por la falta de oportunidades a una marginación sin entrañas, se desespere u opte por procedimientos dolorosamente expeditivos.
Hace unos días una presa de Euskadi y un preso de Galicia se suicidaron. Hoy leo que muere un guardia civil ametrallado en Pamplona. El terror en mano de pocos es la respuesta natural al poder en manos de pocos.
Desgraciadamente hay quien siembra vientos y se extraña de recoger tempestades.
Y hay que decir al pueblo, cuando sufra los efectos del terror expeditivo, que vaya a enfadarse con aquellos que usan el poder de forma también expeditiva, en su afán de lucro.
Lluís M. Xirinacs.