Diario de un senador.
Mundo Diario. Sábado, 26 de Noviembre de 1977.
¿Quién es el chorizo?
Decía ayer que uno de los mecanismos más eficaces para robar a mansalva es la inflación. Los engranajes que producen la inflación son tan complicados que el gran expolio, el atraco más importante de todos los siglos queda impune, disimulado, justificado.
Al estado le favorece la inflación. Fabrica dinero de la nada, hurtando al dinero del público parte de su poder adquisitivo. No te roba los billetes que tienes en la cartera como un vulgar ratero. Lo hace con más clase. Te roba el valor del dinero. Como leía en las explicaciones de un economista es el mayor de todos los impuestos del Estado. Es un impuesto indirecto que sortea todos los controles. El Estado no da la cara ante las Cortes o ante el pueblo para justificar este impuesto.
Sintiéndolo mucho debo decir que el Estado es el gran ladrón. O mejor las manos del gran ladrón que es la oligarquía financiera privada. Hay que añadir que buena parte de la inflación nos viene importada de las multinacionales las cuales nada quieren renunciar ante la crisis de energía.
Pero también hay otros ladrones que producen inflación: las empresas que mantienen estructuras feudalizantes, poco productivas o que se retiran grandes beneficios o que por ser monopolísticas en un ramo suben los precios abusivamente, o que mantienen puestos de trabajo ficticios, honorarios.
Y acercándonos más a nosotros mismos, la gran musa del pueblo, cuando pedimos aumentos de sueldo superiores a la media de los sueldos, cuando olvidamos en nuestras reivindicaciones salariales de no distanciarnos demasiado de las pensiones de las clases pasivas, cuando nos lanzamos a comprar a plazos y gastar un dinero que no tenemos, cuando producimos y trabajamos poco y, en cambio, gastamos mucho, y nos rodeamos de capricho, cuando vivimos de renta de otros pudiendo trabajar nosotros...
Entonces estamos robando nosotros. Estamos produciendo miserias en las capas menos favorecidas de la sociedad y esa miseria empuja a algunos al robo directo ingenuo.
Hipócritas, sepulcros blanqueados, que acusamos al pobre ratero y nosotros robamos en cantidades industriales todos los días de nuestra vida con nuestros cigarros, nuestros cafés, nuestros güisquis, nuestros vestidos innecesarios, nuestro gasto de gasolina innecesario, nuestro desprecio de los servicios públicos de transporte, educación, etc. Nuestros electrodomésticos, nuestros coches, nuestra segunda morada, no aprovechados del todo y un larguísimo etcétera.
Lluís M. Xirinacs.