Diario de un senador.
Mundo Diario. Domingo, 20 de Noviembre de 1977.
Signos externos de lujo.
El pueblo tiene los ojos puestos en nosotros. Ayer un amigo madrileño, que tiene un aspecto físico algo parecido al mío, fue a la estación de tren de Chamartín a pedir un billete para mí. Los aviones no iban por la huelga.
–¿Un billete de coche-cama? Llevo el vale de viaje gratis de senador.
–¿Climatizado?
–Normal – se le ocurrió decir a mi amigo muy oportunamente.
–¡Menos mal! Estoy harto de senadores y diputados, de curas y monjas que gastan gratis lo mejor. Un parlamentario que para llegarse sólo hasta Zaragoza pide coche-cama. Y luego lo ha de pagar todo el pueblo que, económicamente, está que revienta. El pueblo no da para tanto despilfarro.
Un poco exagerado ese empleado. Los parlamentarios tienen un exceso de trabajo, si quieren cumplir, mínimamente. Y bien está que, si pueden dormir de verdad cinco horitas de Madrid a Zaragoza, las duerman.
Pero hay algo cierto en la queja. Los representantes elegidos por el pueblo debemos vigilar mucho. Ayer yo viajé en coche-cama. La semana pasada, en la que también fallaron los aviones, únicamente pude conseguir viaje sentado y sin reserva. Tanto el viernes pasado como éste, sólo cenaron en el vagón-restaurante los viajeros con cama. Los demás no pudieron. Yo no pude cenar la semana pasada y ésta si he podido. ¿Por qué unos si y otros no? No he viajado tranquilo esta vez sabiendo que los de la cola del tren no han podido cenar.
Delante del Palacio del Senado se ven aparcados coches de gran lujo con el cartel impreso, «Señor Senador». Hay diputados que han pedido privilegios levantando oleadas de indignación de otros colegas de la misma Cámara.
El viernes por la noche debía yo presentar a Joan Baez en el festival del Palacio de Deportes de Barcelona. Tenía responsabilidades senatoriales en Madrid por la mañana. Unos amigos de Barcelona allegados al aeropuerto, quisieron poner una avioneta a mi disposición para mi intervención en Barcelona a las diez de la noche, saltándose la huelga de transportes aéreos. No me gustó.
Cuidado, Senador. Las apariencias fastuosas hieren al pueblo pero hay algo más importante. Conozco grandes explotadores que cuidan de mostrar signos externos de lujo. Más importante es convencerse de que un parlamentado es un servidor de un pueblo que trabaja en condiciones difíciles. Y no debiera nunca aprovecharse del cargo para concederse lujos.
Lluís M. Xirinacs.