Diario de un senador.
Mundo Diario. Miércoles, 16 de Noviembre de 1977.
Frutos del Eixample.
Nací en Balmes esquina Aragón, de ese Eixample barcelonés cuadriculado. Antes de la guerra el domicilio se trasladó a Llúria tocando Gran Via. Sus anchas aceras, sus chaflanes biselados, sus plátanos acogedores tan queridos de Josep Maria Espinàs, los nogales de la India de la calle Consell de Cent, los tilos olorosos de la calle Diputación, todo esto lo tengo engastado en el substrato inconsciente de mi ser. Este urbanismo ha modelado mi manera de ser, ha imprimido en uno un carácter indeleble. Ildefons Cerdà es el responsable. Ya sacará conclusiones algún psico-socio-analista.
Otro fruto del mismo árbol se llama Carlos Ferrer Salat. Debe ser un poco mayor que yo. Vivía en mi misma casa, Llúria, 29, unos pisos más arriba. Yo, a mis catorce años medía lo que mido ahora, un metro noventa. Cuando coincidía en el ascensor con él o con su hermana, quedaba yo acomplejado. La impresión es que me sobrepasaban un palmo. Largo es Carlos Ferrer Salat, entre otros asuntillos presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales –CEOE–. Nos envió a los parlamentarios un largo telegrama de protesta ante el Pacto de la Moncloa. Obedecerá, pero está en contra. Lanzará a los empresarios a la calle. «Suárez lleva una política de izquierda. Nadie defiende la derecha.» ¿Piensa, acaso, cómo se puede salir del atasco económico sin el apoyo de los trabajadores? Yo no lo vi en mi colegio de Escolapios de la calle Diputación. Supongo que fue a parar a los Jesuitas de Caspe.
A quién encontré en los Escolapios de Diputación fue a Antoni Gutiérrez Díaz, otro fruto más del Eixample. También algo mayor que yo. Y, ahora, secretario general del Partit Socialista Unificat de Catalunya –PSUC–. Tan activo como ahora y como siempre, si no recuerdo mal, lo tuve de dirigente del Centro Interno de Acción Católica. Yo era un insignificante aspirante. Cantábamos: «llevar almas de joven a Cristo, implantar en los pechos la fe, ser apóstol o mártir acaso, mis banderas me enseñan a ser». Hoy controla el sindicato obrero, seguramente, más numeroso del país. Dicen que el Pacto de la Moncloa es un éxito del Partido Comunista. Parece que los obreros no levantarán gran oposición al pacto. El «Guti» frenará los obreros en la calle para salvar la economía. Pero ¿piensa, acaso, cómo se puede salir del atasco económico sin el apoyo de los empresarios? Él no fue a los Jesuitas sino a los sencillos Escolapios.
Mi madre quería que yo fuese a los Jesuitas, como mis tíos. Pero estaba el colegio lleno y tuve que ir a los Escolapios. Mi casa equidistaba de Jesuitas y Escolapios.
Urbanista. Escuela. Religión. Política. Materia de estudio para el psico-socio-analista.
Lluís M. Xirinacs.