Diario de un senador.
Mundo Diario. Domingo, 13 de Noviembre de 1977.
Cámara para decir «sí».
La huelga de aeropuertos ha bloqueado a los Parlamentarios en Madrid. ¿Cómo volver? Algunos consiguieron cama o litera en una Renfe sobresaturada. Otros alquilaron un coche entre cuatro o cinco. Yo, poco práctico, me fui a las siete de la tarde a la estación de Chamartín y conseguí un billete normal, pero sin reserva de asiento, para el tren de las 9.30 de la noche.
Noche de perros. Tren larguísimo. Yo, en el vagón de cola. Llegué mucho antes de la salida y pude conseguir asiento. Otros viajeros, no.
Precisamente el día anterior nuestro ínclito Senado había votado, si yo no estoy mal informado porque me mantuve toda la sesión en el vestíbulo, los créditos extraordinarios, por un importe de 12.149.939.466 pesetas, al ministerio de Obras Públicas, para subvencionar el presupuesto de explotación y para amortización financiera de Renfe de 1976. ¡Para qué servirán tantos millones! Lástima que la votación no fue después de la noche de perros y lástima que muchos senadores se escaparon de una u otra forma de una tal noche.
Creo que si los senadores sufriéramos en nuestra propia carne las cosas que debatimos, tan pomposa como inútilmente en nuestro senado versallesco, otro gallo nos cantara. Estoy muy triste. Me harto de decir que los senadores no quieren asumir su responsabilidad de senadores y se entretienen en un fácil papel de comparsas. Lo dicen los diarios. Leo hoy: «Una cámara para decir sí». Continúa la impresión de impotencia entre los senadores.» Se ve que no podemos secundar esta sociedad.
Sí. Es deprimente. Yo lo siento mucho. Fuera de Bandrés de momento ni una firma para el indulto de los presos sociales. Todos tienen miedo ante el desinterés de los grandes líderes de los partidos. Todos atónicos. Las cosas se aprueban sin enmiendas, sin mejoras. La Cámara del asentimiento. Las Cortes en pie aplauden al Caudillo. ¿Para esto tanto viaje, tanto avión, y noches de perros en la Renfe?
Lluís M. Xirinacs.