Diario de un senador.
Mundo Diario. Jueves, 20 de Octubre de 1977.
Los malditos.
Juan María Bandrés, senador por Guipúzcoa, en una carta abierta al presidente del Senado, le dice: «Créeme que el silencio que me impusiste ha sido un rudo golpe a mi endeble fe parlamentaria. Parece una clara invitación, desde la presidencia, a la actuación extraparlamentaria que, a mí personalmente, no me desagrada, y estimo compatible, pero para la que muchos opinan, que no hemos sido elegidos».
También mi fe parlamentaria es endeble. Especialmente en este Senado aún más conservador que el Congreso. Se permiten generosas y flexibles infracciones del reglamento en propuestas secundarias o de adorno y se es inflexible y avaro en las propuestas importantes.
Anoche estaba ante la prisión Modelo otra vez. Los familiares de los presos, los ex presos recién salidos, los presos políticos y sociales, los funcionarios, los guardias civiles sufrían la más alta tensión nerviosa. Aquellos a que no afecta la amnistía estaban sumidos en su más honda desesperación. El director y la plantilla entera de funcionarios de la prisión piden un indulto. Vi entrar en la prisión dos jeeps y un autocar de policía. ¿Qué estará pasando dentro?, ¿qué podía pasar?, ¿estallará un motín generalizado en las cárceles?
Todo lo que está pasando lo predije. He agotado todas las vías. Incluí mi petición en mi proyecto de ley. Lo publiqué en la prensa. Lo dije por radio y por televisión. Lo avisé al gobernador civil de Barcelona para que lo elevase al Gobierno. Lo dije ante todo el Senado. Hoy lo he dicho al ministro del Interior, Martín Villa, y a muchos senadores. En general hay una frialdad completa. Que se abran las venas. Que se llenen el corazón de odio y venganza. Que se suiciden. Que cojan a los presos políticos amnistiados como rehenes. Que exploten las cárceles y queden reducidas a cenizas.
Sé que algunos presos sociales me quieren arrancar la barba por haberlos traicionado y abandonado. ¡Que me la arranquen!
Lluís M. Xirinacs.