Diario de un senador.
Mundo Diario. Jueves, 6 de Octubre de 1977.
Amnistía sensata o amnistía trágica.
La amnistía está al rojo vivo. No sé si nadie ha filosofado suficientemente sobre la imperiosa necesidad inconsciente que tiene el pueblo llano de la amnistía. El pueblo quiere paz de verdad. Y sabe, por instinto, que la amnistía es la pacificación. Y quiere una amnistía tal que agote de una vez las campañas y las estrechas concesiones habidas hasta ahora. Yo creo que es la cosa más pedida en estos últimos años. A nivel de conciencia la cosa es mucho más confusa. Unos la quieren así y otros asá. En estos días se está produciendo un hecho altamente peligroso. Los presos y los partidos más radicales de izquierda están pidiendo amnistía total para presos políticos y sociales. Cárceles vacías. En cambio, los partidos parlamentarios han presentado en el Congreso unos proyectos que, a fin de cuentas, olvidan totalmente a los presos sociales. Son UCD, PSOE-PSC, PCE-PSUC y la minoría vasco-catalana. Parece extraño que tratándose de satisfacer un deseo colectivo de pacificación, las posiciones sean tan distanciadas y tan poco pacificantes.
Pienso que cada tendencia tiene el derecho y, quizás, el deber de expresar su opinión. Lo que me horroriza es el diálogo de sordos, la olímpica ignorancia de las dos tendencias.
Ganarán los fuertes si no se pone remedio. Y tendremos una amnistía política en sentido estricto, con las cárceles inundadas de desesperación. Nunca he creído que los poderes fácticos concediesen el vaciado total de las cárceles. Pero ¿por que no somos todos un poco más sensatos? El franquismo cargó con un severo plus de represión la delincuencia social. Justo es despenalizar a los perjudicados.
En nuestra campaña de amnistía, que se realiza estos días, pedimos un indulto de seis años como mínimo para los presos sociales, como compensación del exceso no democrático de represión de la dictadura. Y pedimos que se suprima la Ley de Peligrosidad Social y se corrijan el Código Penal, la Ley de Enjuiciamiento Criminal y el Código de Justicia Militar, para colocarlos a la altura de las ordenaciones europeas.
Creo que es algo sensato y pacificador dentro de lo posible. Mi intención no es que se resuelva la cárcel y se enrede la calle o que se pacifique la calle y se llene de sangre la cárcel. Sino que se resuelvan en paz calle y cárcel.
Lluís M. Xirinacs.