Diario de un senador.
Mundo Diario. Martes, 4 de Octubre de 1977.
Los extremos se tocan.
Hay que dar las gracias a Vicente Gracia por la gracia de su artículo en «Interviú», titulado «El senador no escribe en la arena», a propósito del encuentro Bayo-Xirinacs. Tenía el fino periodista un arma fácil contra mí. Yo había criticado duramente un artículo sin ni siquiera haberlo leído. Le rondó la tentación de darme una estocada por este punto flaco, pero no cayó en ella. En cambio, al final del artículo, toca la cuestión de fondo, fondo que, como él dice, en ningún momento salió a superficie. Se trata de «dos concepciones políticas distintas, ambas democráticas; pero radical la una, la del libertario Eliseo, y moderada la otra, la del Xiri, que piensa –lo piensa, supongo, que yo no se lo oí– que un excesivo radicalismo político, en estos momentos, puede dar al traste con este frágil juego democrático en el que Suárez ha metido al país; y que cualquier acción excesiva (lo que, probablemente, Bayo calificaría de revolucionaria) se vuelve en contra de los intereses del pueblo y que, por consiguiente, es contrarrevolucionaria».
Gracias Vicente Gracia; has captado exactamente el fondo de mi punto de vista para estos momentos que vivimos. Llevo dos años en contacto continuo con la prensa. Nunca la he buscado. Nunca la he huido. Contadísimas veces y siempre por motivos de interés colectivo he convocado una rueda de prensa. Mis colaboraciones en los periódicos me han sido pedidas, no las pedí yo. Cuando se me diga «basta» me retiraré. Me gusta ayudar a la prensa, como me gusta ayudar a cualquiera y que se me ayude a mí. La prensa tiene un hambre devoradora de noticias con gancho. Pero la política es otra cosa. A veces es necesario callar por no perjudicar a terceras personas, por no hacer demagogia o, sencillamente, las más de las veces, por no alertar al enemigo político. Es muy bella la transparencia informativa pero, a veces, es utópica. Yo hubiera ganado más dinero si en mis diarios de prisión hubiera puesto todo lo que sabía. Gandhi dijo que aprendió moderación escribiendo en los periódicos.
Moderación en el decir y en el hacer no quiere decir traición necesariamente. El sábado, salíamos los parlamentarios de votar por Catalunya, cuando nos agredió una muchedumbre exaltada y amenazadora. Una amiga mía observó una barba que por detrás del cuello se prolongaba en una goma que la sujetaba. Tiró de la barba. Era postiza. Detrás de la barba se ocultaba un agitador de la derecha, conocido. Había otros.
Lluís M. Xirinacs.