Diario de un senador.
Mundo Diario. Viernes, 30 de Septiembre de 1977.
Pannella, bebe, por favor.
Marco Pannella, eres italiano, diputado y secretario general del Partido Radical y te has lanzado a una huelga de hambre y sed muy radical. Ya llevas ocho días de hambre y siete de sed. Pides un gesto de buena voluntad por parte de las autoridades españolas hacia los objetores de conciencia y otros detenidos militares. Has perdido quince kilos. Estás al borde del estado de coma.
El cuerpo humano tiene sus límites. Sin respirar no llegamos a los tres minutos. Sin beber no llegamos a los nueve días. Sin comer no llegamos a setenta días.
Yo hice huelgas de hambre y perdía medio kilo diario. Con técnicas afinadas de ahorro de energía. Tú al revés, has estado perdiendo dos kilos diarios. Síntoma grave.
Hice, también, una huelga de hambre y sed. Al octavo día me moría en Zamora y bebí.
No quiero ser moralizante. Siempre he creído que por una causa colectiva, noble y de gran trascendencia, uno puede y, a veces, debe jugarse la vida.
Creo que todos hemos visto que ibas más allá de una «boutade» electoralista; que con tu gesto nos decías lo mismo que me dijiste en la calle Entenza: «Usadme, estoy a vuestra disposición». Es una versión humilde de aquel lejano: «Tomad y comed todos de él porque este es mi cuerpo entregado por vosotros».
Gracias, Marco, en nombre de esta tierra tan aherrojada, por el servicio que nos estás prestando.
Pero una cosa es la política y otra la pedagogía. Una política mantenida cuarenta años ha creado unos hábitos de autoritarismo que no se cambian en siete días de huelga. Nuestras autoridades necesitan tiempo y un poco de confianza para cambiar sus hábitos.
Para, bebe, si quieres hacerme caso, come. Y dales un margen de confianza.
Así vamos avanzando aquí.
Lluís M. Xirinacs.