Diario de un senador.
Mundo Diario. Viernes, 23 de Septiembre de 1977.
Muerte.
La guerra es una fábrica de muertos. Siempre he admirado la absurda paciencia de los médicos de hospitales de guerra. Mientras ellos se afanan en salvar vidas, unos kilómetros más adelante, hombres como ellos están intentando matar en cantidades industriales y unos kilómetros más atrás, los sabios investigan la máquina perfecta para matar más aprisa.
No hay amnistía. Por tanto la guerra del 1936 no ha acabado. Es natural que siga habiendo muertos por los dos lados. El fiscal general contaba cerca de veinte muertos, el año pasado, entre las Fuerzas del Orden y cerca de setenta muertos entre los ciudadanos. Unos ochenta muertos en total «por causa del orden público», dijo. El ministro de Obras Públicas, Joaquín Garrigues Walker ha añadido: Sin la amnistía total será muy difícil restablecer el orden público en este país». Aparecen grupos sofisticados, como la Triple A y el GRAPO. No se sabe quién propicia el navajazo o la violación. Se pudre el método de lucha con formas ambiguas y despiadadas de desestabilización.
El pobre ciudadano se pierde en un laberinto de contradicciones por las vacilaciones y el disimulo de esas vacilaciones por parte del Gobierno. Matar a un policía por la espalda es malo, luego el político que lo hace es malo. Matar a un ciudadano por manifestar sus ideas es malo, luego los policías que hacen eso son malos. Matar por editar una revista política es malo, luego los ultras que hacen eso son malos. Son malos los que atracan y violan. Son malos los que piden amnistía o indulto para ello. Todos son malos. La política es un asco.
Lo que es un asco es la guerra. Y existe, aunque esté encubierta, la guerra del 1936. Por eso hace falta la amnistía y es criminal quien la retrasa porque sigue fabricando muertes. La amnistía es el pacto final de paz que cierra la guerra del 1936. El ciudadano quiere ignorar el estado de guerra, engañado y desinformado por una televisión de siempre controlada por un gobierno interesado en dar una apariencia de paz a su victoria de 1939. Porque el gobierno actual, como todos los gobiernos de los últimos cuarenta años, es un gobierno formado únicamente por vencedores.
Si es verdad que la guerra ha acabado y que, de ahora en adelante, disfrutarán de iguales derechos políticos los vencedores y vencidos, que den de una vez la amnistía y que desaparezcan privilegios y marginaciones. Y que se persiga, de una vez, la fuga de capitales y las maniobras económicas de los grandes banqueros, estirpe de vencedores del 1939, que sumergen al pueblo en la pobreza y lo empujan al robo, o la agresión callejera, al crimen, a la desesperación.
Y desaparecerán esas muertes.
Lluís M. Xirinacs.