Diario de un senador.
Mundo Diario. Miércoles, 21 de Septiembre de 1977.
Demasiado odio.
Convocatoria unitaria al funeral de Carlos Gustavo Freicher. Sindicatos unidos. Parlamentarios unidos. Pueblo unido. La víctima inocente, una vez más, ha hecho el milagro.
Pero permitidme unas reflexiones diferentes. Esa unión es «enfrente de». Enfrente de otra unión, la de los que ganaron la guerra y ahora, pasito a pasito, van perdiendo su prolongada posición de vencedores. Resultaba intolerable a los vencedores una manifestación de un millón de hombres para reclamar lo robado con la victoria.
Hay odio en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad. Odio de vencedor sin razón y que va perdiendo privilegios y odio de vencido teniendo la razón, que ve como aún continúan las vejaciones. En la Comisión pro amnistía hay quien no soporta las palabras «reconciliación» y «pacto de paz». Necesitamos una amnistía que limpie nuestro inconsciente. Wilhelm Reich explicaba el éxito de los nazis en Alemania, después de un predominio socialista y comunista en los años veinte, porque las izquierdas alemanas fueron demasiado racionalistas y abandonaron el instinto colectivo alemán pequeño burgués, del que se apropió hábilmente Hitler. También el presidente Tarradellas nos habló a los senadores del consciente democrático de la generación Suárez de políticos de Madrid y del inconsciente dictatorial de esta misma generación de políticos. «¡Ojo –decía– con ese inconsciente! hay que saberlo tratar».
No son responsables de la guerra, pero la llevan dentro. La llevamos todos dentro. Los políticos, ¿queremos realmente la amnistía? Y, sin embargo, pensemos que el 90 por ciento de la población, los despolitizados, quieren la amnistía y la quieren profundamente, desde su subconsciente. Racionalmente, no saben lo que piden. No entienden la amnistía pero la quieren, la gritan, la aplauden a rabiar, por encima de otras peticiones. El pueblo «sabe» inconscientemente que la única salida es la amnistía. Y vencedores y vencidos debemos obedecer al pueblo.
Lluís M. Xirinacs.