Diario de un senador.
Mundo Diario. Martes, 13 de Septiembre de 1977.
Voluntad soberana.
En Catalunya ha ocurrido un hecho histórico. La voluntad de un pueblo se ha manifestado sin ambigüedades. El Gobierno de Madrid, tradicionalmente, ponía dificultades a manifestaciones de este género. Esta vez, no. Toda la gente que ha querido ha podido bajar a la calle, sin miedo. Los amigos de otros países han podido acudir sin miedo. Hemos podido escoger el recorrido. El Ayuntamiento ha colaborado en lo necesario. La publicidad ha podido ser hecha sin cortapisas. Y, después, la televisión, –¡cosa inaudita!– no ha rebajado la cifra de los asistentes: más de un millón. De donde nos vino Felipe V, esta vez nos han venido comprensión y ayuda. Gracias, Madrid.
Los políticos catalanes también cumplieron con esta cita histórica. Ahí estuvo el mensaje del presidente Tarradellas, como única clave hablada, para descifrar el lenguaje mudo de los hechos. Ahí estuvo el pleno de la política de Catalunya encabezando la marcha. Estuvieron los políticos, durante meses represando la voluntad popular de manifestarse, para ganar en potencia. Y ahora, todos unidos, han dado luz verde. Sus militantes han movilizado barrios, comarcas, sindicales; han cubierto un ejemplar servicio de orden; han acudido corporativamente; han vigilado, dentro de lo posible, el final siempre difícil.
Y el pueblo. El millón. Nunca vi, en mañana de domingo, la Meridiana de salida tan vacía como esta vez. Al revés, la gente acudía de comarcas ondeando banderas. Salió el anciano y el niño y el minusválido. A reír, a llorar, a sudar, a cansarse, a gritar. Sobre todo, a gozar. Los más conscientes sufrían. Aún no tenemos nada de lo que con tanta fuerza pedimos. Aún el camino está plagado de interrogantes. ¿Fiesta o lucha? Pero el pueblo, que había enquistado su más honda ilusión bajo una capa de electrodomésticos y de quinielas, ha dado finalmente salida a esa honda ilusión reprimida sin piedad durante cuarenta años en el tuétano de sus huesos.
Pensémoslo, todos, bien. Ante nosotros tenemos, nítido, el querer del pueblo. Han habido maniobras dilatorias, –¿quién no lo sabe?–, por motivos inconfesados e inconfesables. Madrid, políticos, ¡alerta!, ¡ni un minuto más!
Lluís M. Xirinacs.