Diario de un senador.
Mundo Diario. Viernes, 9 de Septiembre de 1977.
Deprimente.
La Generalidad Provisional se atrasa. La efervescencia popular crece. He dejado de asistir a la Comisión de Incompatibilidades de Madrid para no faltar a la Plenaria de los Parlamentarios catalanes. Estoy sin más información que la de la prensa. Sé que los parlamentarios de los partidos políticos representados en la Comisión permanente tienen el texto en discusión. Los parlamentarios de la Entesa, con cuatro representantes en la Comisión permanente no lo tenemos. En el pleno, sin más información que la de la prensa, no voy a saber qué votar. No tengo suficientes elementos de juicio, ni hay tiempo para pensar o consultar. Tendré que votar en blanco. Deberé considerarme uno más del público.
Mientras, ruge la calle. Me acorralan peticiones, sin fin ni cuento, montones de cartas, reclamaciones, –¿Ud. es senador?, pues tal y cual», «Yo le voté a Ud., ¿me podría?»–, desidia acumulada en cuarenta años. Me acorralan los encerrados en la Inspección de Enseñanza Primaria. Quieren gratuidad total, cogestión entre padres y maestros, elección del profesorado por parte de los padres, máximo de treinta alumnos por aula. Me piden que haga algo. De momento Benet ha parado a la Policía. Me acorralan los vecinos de Verdum que ocupan la Organización Sindical del Hogar, incumplidora de sus responsabilidades. No urge la devolución de los pisos desocupados. Ya han empezado los desalojos de las familias que habitaban pisos vacíos. La O.S.H. no hace cumplir la normativa a favor de los que esperan y, en cambio, el Juzgado da curso a la denuncia de los incumplidores. La Coordinadora de empresas en crisis lanza un S.O.S. a los parlamentarios. A mí ya me vinieron a pedir auxilio el veintisiete del mes pasado.
La acumulación de problemas impide resolver los problemas y me deja sumamente deprimido, porque no sé endurecerme ante el sufrimiento ajeno. Un jefe provincial de Obras Públicas o de Policía tiene decenas de empleados, despachos, instalaciones, parque móvil. Yo no tengo nada. Aún no he cobrado ni cinco céntimos de sueldo.
Lluís M. Xirinacs.