Diario de un senador.
Mundo Diario. Sábado, 3 de Septiembre de 1977.
La ley del silencio.
Es indignante. La ley del silencio se cierne sobre el país. En frase de, «Diario 16» (2 jueves 1977) «una vieja plaga de tinta azul franquista se extiende de forma pavorosa por los viejos salones del palacio de las Cortes». El comentarista se queja de la Ponencia encargada de preparar el proyecto de Constitución. Yo me quejo de mi propia Comisión de incompatibilidades del Senado.
Sólo empezar y ya se propone que los debates sean a puerta cerrada. Supongo que puedo publicar los resultados de la votación sin que se me degüelle. A fin de cuentas la decisión viene después de la votación: 13 a favor de la puerta cerrada, 7 en contra y 3 abstenciones. La votación no fue secreta. El senador del PSOE Francisco García De la Barbolla, que estaba como observador, se levantó indignado y se fue gritando no sé qué de que en las Cortes franquistas las deliberaciones eran a puerta abierta.
Luego, el misterio de la desaparición de los taquígrafos. No quedará constancia del detalle de los debates. Protesta simbólica, sin efectos prácticos de ninguna clase.
Luego, los inacabables obstáculos a una Ponencia que se ha esforzado en cumplir una ley de incompatibilidades simbólicas y ridículas. Se trata, se ve, de que nadie se ha declarado incompatible. Se trata, pues, de burlar esa ley bikini. Siempre los trece en contra, la mitad más uno de una comisión que como todas está dominada por UCD.
Primero, está bien que, quien ganó las elecciones, mande. Pero ojo con amordazar la minoría. Nuestras intervenciones no sirven para nada. No pueden nunca a los 13 para nada y llegan a la opinión pública por la ley del silencio. A lo mejor me voy de la comisión. Segundo, está bien que haya silencio en una negociación delicada para conseguir unos puntos de libertad. Pero, ojo con usar el silencio para encubrir una operación de conserva de viejos estilos en vistas a controlar las cámaras elegidas democráticamente desde un ejecutivo plagado de elegidos a dedo. A lo mejor me voy de la comisión.
Lluís M. Xirinacs.