Diario de un senador.
Mundo Diario. Viernes, 2 de Septiembre de 1977.
Quiero un sueldo de rico.
Siento ganas de empezar al estilo Amestoy: ¿Sabía Ud. que al acabar la guerra mundial y ganar en Inglaterra las elecciones los laboristas, estos parlamentarios pidieron aumento de sueldo mientras que los ricos parlamentarios conservadores defendían el sueldo bajo? ¿Por qué los honrados trabajadores laboristas pedían sueldos de rico y los grandes hombres de negocios, sueldos de pobre?
Debemos aprender todos que, al votar, el pueblo pone su confianza en los parlamentarios elegidos por él, es decir, pone su confianza en el poder legislativo. Teóricamente el poder ejecutivo, es decir el Gobierno y la Administración, depende del poder legislativo, que es el depositario de la soberanía del pueblo; máxime aquí donde no se puede elegir ni jefe de Gobierno, ni jefe de Estado. Pero el poder ejecutivo está controlado en su mayor parte por los grandes hombres de negocios que temen la voluntad popular y que, por tanto, tratan de frenar el poder legislativo, expresión de esta voluntad. Los grandes ricos quieren y consiguen un alto presupuesto para el ejecutivo y un bajo presupuesto para el legislativo.
¿Sabía Vd. que el presupuesto total del Estado ascendió este año a un billón de pesetas y el año que viene a un billón y medio y que el presupuesto destinado a las Cortes no llega ni de lejos al 1% de esta cantidad? Si, como decía Marx, la infraestructura económica determina la superestructura política ¿qué podrán hacer las Cortes indigentes en frente del Ejecutivo todopoderoso? ¿Dónde quedará la voluntad popular? ¿Tiene Ud., señor elector, confianza en sus elegidos o no la tiene? Sin dinero, yo no puedo ir a comprobar «in situ» todas las reclamaciones que llegan hasta mí, como me exige un lector a propósito de una referencia mía a la fábrica de «Torres Hostench». Yo no puedo vigilar lo que hace Marcelino Oreja en Bruselas, ni puedo ir hablar con el presidente Tarradellas en París, siempre que conviene.
Los amigos del PSOE, con la buena intención de dar ejemplo de austeridad, han pedido sueldos bajos para los parlamentarios. Se equivocan. Lo que conviene es confianza. Sueldos altos y cuentas claras.
Lluís M. Xirinacs.