Diario de un senador.
Mundo Diario. Domingo, 21 de Agosto de 1977.
Mensajes carcelarios.
Se me acerca una señora. Dice ser tía de Manuel Blanco Chivite, militante del FRAP, que debió ser fusilado el 27 de Septiembre de 1975. Un indulto convirtió su pena de muerte en la de 30 años, que cumple en Córdoba. Me explica que ni amnistías parciales, ni medidas de extrañamiento le han alcanzado. Lleva en la mano el número de «Primera Plana» de 4 de Agosto de 1977. En él está publicado un largo trozo del diario de Manuel Blanco, diario de prisión fechado en Julio del 1977. Explica el forcejeo político a propósito del extrañamiento de los presos vascos, la represión y la remuneración laboral en prisiones. Su tía viene comisionada por la familia desesperada porque, según dice, por causa de este artículo, ha sido castigado a 40 días de celdas. Me pide que lo diga en mi columna de MUNDO DIARIO. Después que se ha ido, puedo ver que su abogado, Eduardo Carvajal, ya ha comunicado la noticia en el mismo periódico.
Se agolpan en mi cabeza muchas preguntas: ¿luz y taquígrafos en prisiones? ¿cuándo los malos tratos serán suprimidos? ¿son los jueces quiénes entorpecen la aplicación de la amnistía de marzo? o ¿es el Gobierno el que, según permite la ley de amnistía de marzo, usa a los presos políticos como rehenes, para exigir por su liberación un alto precio a la oposición? La no abstención electoral y seis muertos fue el precio pagado por el pueblo vasco para conseguir el extrañamiento de sus presos, según Blanco Chivite, que por no ser de ETA, aunque fuese vasco, quedó en la cárcel.
A mediodía, un preso político, salido hace poco de la Modelo de Barcelona, me explica detalles del último amago de motín, de los esfuerzos por elevar la conciencia del preso social. De su larga conversación deduzca la urgencia de una reforma penitenciaria racional.
Por la tarde, sale otro preso político. A primera vista, parece alegre por su libertad. Tiene ojos de niño. Diez días en la cárcel, diez días incomunicado. Le pregunto por el trato en comisaría. Es muy parco en su expresión. Pero las manos le tiemblan y los ojos se le llenan de agua y odio. Igual que yo en Mayo del 1976, está profundamente asustado. Lo ven todos los que me acompañan. Todos quedamos mudos. ¿Qué decir?
Lluís M. Xirinacs.