Diario de un senador.
Mundo Diario. Martes, 16 de Agosto de 1977.
Delitos de sangre.
(En adhesión al aniversario de la muerte de Verdejo.)
Tema Crítico. Un editorial de «El País» (28-7-1977) decía que «los senadores que, con su gesto, recuerdan que todavía se halla pendiente la amnistía; tienen el deber de definir claramente cuáles son las condiciones políticas que, a su juicio, son necesarias para que el asesinato a sangre fría y por la espalda de un Guardia Civil o el secuestro de un industrial sean considerados finalmente un delito ordinario».
Joan Cornudella, en el «Avui» de 14-8-77, a propósito de los detenidos acusados de la muerte del industrial Bultó, no se extraña de que un grupo se plantee la solución del problema nacional por medio de la lucha armada. «Pasa en todos los países donde hay problema nacional. El contexto de la detención de estos chicos está aún muy mareado por la herencia franquista, e intentar presentarlos como a unos delincuentes constituye a la vez una gran ofensa y un error. Los catalanes tenemos el deber de la solidaridad y de la defensa de los nuestros y no seremos nosotros los que faltaremos a ella.»
Los problemas nacionales no resueltos son fuente de lucha armada, como también lo son los problemas socioeconómicos no resueltos. Y una mezcla de estos dos problemas superagudizados la ha producido el franquismo. Los asesinatos a sangre fría y por la espalda a honrados servidores de la comunidad, los secuestros de honrados empresarios y otras muchas cosas más, en cantidades industriales, fueron iniciativa, del bando, que amnistió todas esas cosas en 1939, para los suyos, y que siguió perpetrándolas tranquilamente durante cuarenta años, con sus enemigos. Ahora ellos, de pronto, se han vuelto extremadamente escrupulosos para amnistiar a unos contrarios, ecuánimes y no revanchistas, que piden amnistía para todos, para acabar de una vez la división de la sociedad en vencedores y vencidos. Aunque no les guste a los comodones aprovechados, mientras no haya amnistía política total, estamos en una guerra Y en una guerra se mata por los dos lados cruelmente. Por el otro lado, en estos últimos tiempos se ha matado a un chico que no llevaba corbata, a unos hombres que asistían a un Via Crucis, a unos abogados laboralistas, a gente que estaba dentro de una iglesia, y a muchos más así. Entonces, los matadores, o todos a la cárcel o todos a la calle.
Yo no soy partidario de la lucha armada, pero sobre todo no soy partidario de los que empezaron y mantuvieron un estado de agresión a gran escala durante cuarenta años. Son hipócritas los que se escandalizan de cuatro menudencias de última hora y de sólo un bando, cuando el otro tiene su camino largo alfombrado de esqueletos.
Señores del «País» sólo una amnistía política total será la condición política que convertirá ciertos actos, ahora de guerra, en delitos ordinarios. Y el retraso de la concesión de esta amnistía es otro acto criminal que lleva a que terceras fuerzas, a río revuelto, realicen asesinatos, so capa de política, para desestabilizar y desorientar el país.
Lluís M. Xirinacs.