Diario de un senador.
Mundo Diario. Sábado, 13 de Agosto de 1977.
Burlando la voluntad popular.
Hay polémica sobre el sueldo de los parlamentarios. Unos tiran para arriba, otros para abajo. Curiosamente, tiran para arriba las izquierdas y para abajo las derechas. Se barajan argumentos de austeridad. Hay que dar ejemplo, ante la coyuntura económica. Esto por la derecha. Por la izquierda, se avisa que así sólo funcionarán los parlamentarios ricos que tienen otras fuentes de financiación.
Creo que hay que alertar al pueblo desconcertado acerca de lo que se oculta detrás de esta pelea. En una democracia liberal, como la que queremos instaurar, el pueblo vota a unos parlamentarios que, por tanto, pasan a ser los depositarios de la voluntad popular, es decir, de la soberanía. Las Cámaras legislativas tienen el supremo control de toda la realidad social. El poder ejecutivo es nombrado por el legislativo y debe actuar según las pautas que el Parlamento le marque. El Parlamento debe tener unas comisiones que vigilen cada uno de los Ministerios del Gobierno. Y cualquier parlamentario o comisión parlamentaria tiene derecho de inspección de cómo lleva sus tareas el ejecutivo.
Sin embargo, el ejecutivo de los Estados modernos ha crecido desmesuradamente. Sus presupuestos son gigantescos. Los parlamentos van siendo arrinconados. Sus presupuestos van siendo recortados. Mientras un ministro dispone de cientos de empleados y puede hacer viajes por todas partes, un parlamentario no dispone de un triste despacho, no se puede pagar un secretario y apenas puede desplazarse de su lugar de residencia a Madrid para asistir a las sesiones de las Cortes.
Yo me he prometido no usar ni cinco céntimos de mis percepciones como senador para mis necesidades o conveniencias privadas. Sólo lo emplearé, cuando lo cobre –aún no hemos cobrado nada–, en los gastos de mi trabajo como senador, pero creo que, siempre con cuentas claras, corresponde abrir el grifo al presupuesto parlamentario y, en cambio, corresponde a la Administración el estrecharse su cinturón kilométrico.
Lluís M. Xirinacs.