Diario de un senador.
Mundo Diario. Jueves, 4 de Agosto de 1977.
La guerra no ha terminado.
El día 27 de Julio se debatió en el Senado un par de mociones, una sobre amnistía militar y otra sobre amnistía política. La primera fue aplaudida por todos los senadores, la segunda, no. Al ala derechista de UCD y a los simpatizantes con Alianza Popular no les gusta aún oír hablar de la amnistía política. Unzueta, el portavoz vasco, leyó el decreto de amnistía, dado por Franco al acabar la guerra, en que perdonaba incluso los delitos de sangre de los suyos. Era un argumento bueno para pedir ahora amnistía, incluso, para los delitos de sangre de las dos partes. Pues no. La derecha no quiso aplaudir. En mi defensa de la amnistía hablé de guerra sorda, pero real, durante esos cuarenta años. Hablé de guerra que produce víctimas inevitablemente. Víctimas de un bando; víctimas de otro; y víctimas por haber querido pacificar ambos bandos, luchando por la amnistía. Hablé de que la amnistía, que el pueblo pide, es un pacto de paz, intrínsecamente previo al proceso democratizador. Después de una guerra, el tratado de paz. Y, luego, la reconstrucción. Por eso me he visto obligado a emplear esa medida de emergencia de ponerme de pie en el Senado. La derecha tampoco me quiso aplaudir. El diario «ABC», y otros, me ridiculizaron. Y la triple A me ha escrito: «Vete preparando porque cualquier día de estos a la salida del Parlamento te vamos a dar más hostias que hijos de perra hay en Cataluña».
Josep Benet, el 2 de agosto, también pidió la amnistía para ahora mismo. Ese mismo día entregué a los portavoces de todos los grupos parlamentarios del Senado un borrador de trabajo para un posible decreto-ley de amnistía. Contempla todos los delitos de intencionalidad política ordinaria, militar, de la mujer, laboral, administrativa, de los mutilados, de los exiliados y extrañados, de las personas jurídicas y, en adicionales, atiende a los objetores de conciencia, a la revisión y derogación de leyes y al indulto de presos sociales.
Al entregárselo al presidente del Senado, éste me dijo: «El Gobierno no tiene dificultades de contenido; las dificultades le vienen de choques estructurales». Son los que no quieren que termine la guerra. La amnistía, que no viene, es el fin de la guerra, que no viene.
Lluís M. Xirinacs.