Diario de un senador.
Mundo Diario. Martes, 2 de Agosto de 1977.
Carta de un vecino de Entenza.
Después de leer en los diarios las noticias sobre motines carcelarios, sobre cargas en Sanlúcar con 30 heridos, sobre detenciones arbitrarias, sobre subidas de precios generalizadas, después de ver cada día los alrededores de la cárcel invadidos de policía, un vecino de esta calle me ha escrito esta carta:
«El pueblo ha escuchado a su gobierno; oído y escuchado a su Rey. Rey portador de la democracia y de la libertad de cada hombre de esta tierra... de cada uno de sus pueblos. Pero el pueblo tiene miedo; o, peor, una inmensa desesperanza, porque lucha en el vacío. Atento, escucha cómo se le ofrece, –¿o se le impone?– una justicia injusta, desde un gobierno democrático, –dicen–, el primero después de cuarenta años de negra dictadura, de una paz en guerra, después de una guerra civil. ¿Desde cuántos años sigue escuchando, el pueblo, las mismas canciones con las mismas músicas desde los mismos escenarios: lejanos, distantes de sus necesidades y esperanzas? El pueblo se siente impotente para establecer un Estado, libre y justo; una tierra donde la justicia sea el verdadero rey. El pueblo se siente atado e impotente para liberarse y esto le causa odio contenido y le encona su herida que, al no cicatrizar, se pudre. Eso es malo, porque mata su dignidad de hombre, su dignidad de pueblo, libre, humillándolo, Por cierto, casi no se oyen los gritos o clamores de protesta de sus representantes cuando la muerte o la agresión invaden las calles, las cárceles o, como siempre, cuando se sigue cargando en la espalda del pueblo el gasto del orden de los privilegiados. Es muy feo ver ciertos abrazos y sonrisas y espaldarazos.
»El pueblo escucha y ha oído que la economía se ha ido a la porra y, claro, quien ha de pagar es el pueblo, y no mañana, ¡ahora, ya! De todas maneras, será democráticamente pues el Gobierno enviará a las Cortes democráticas un estudio para que ellas lo aprueben o no, de manera, si es posible y democrático que, los que siempre han estado chupando, durante 40 ó 400 años –es igual–, puedan aflojar algo la «mosca», como dicen los plebeyos. Naturalmente, tendrá que ser una ley muy bien estudiada y discutida y pasada por el cedazo de las altas instituciones del Estado, y eso requiere tiempo, mucho tiempo. Mientras, el pueblo resistirá. Ya se sabe, aquello de los valores de la raza y para algo hay, si es menester, la ley y el orden.
–Y de la amnistía, ¿que?
–Pues de la amnistía, ¡na!»
Así acaba la carta de un vecino de cincuenta años, que lleva varios meses sin trabajo, despedido de Muebles La Fábrica, después de haber trabajado en esta empresa un montón de años.
Lluís M. Xirinacs.