Diario de un senador.
Mundo Diario. Martes, 19 de Julio de 1977.
Política con rostro humano.
Dije una vez que todo hombre realista y pragmático sabe el peso enorme que el idealismo tiene en la realidad. Un hombre no se puede tener por práctico si no tiene en cuenta los idealismos y los idealistas que pululan por el mundo. Lo mismo puedo decir de la presencia de la ética y de la estética en la política. Ser ético, ser estético, ser cívico, ser religioso, sentirse patriota o, sencillamente, ser persona, he aquí unas dimensiones inseparables del ejercicio de la política estricta. Y ay del que las olvide. El político estricto, desprovisto de estos «escrúpulos», podrá ser eficaz una vez, dos veces; a la larga, ante la historia, aparecerá como una caricatura de político.
J. A. González Casanova, en su artículo del sábado, me alerta ante los aspectos hoscos de la salvaje política parlamentaria y partidista. Tiene razón. Teme que se escandalice el ciudadano ingenuo. Ya hemos empezado a ver política salvaje, y ¡la que veremos! Supongo que la cosa salió a propósito de la antiestética votación del grupo de Unión de Centro de la 2ª Plenaria de la Asamblea de Parlamentarios de Catalunya. Se votaron a sí mismos en un tema que les afectaba a ellos mismos. A mí y al ciudadano ingenuo eso nos escandaliza. A pesar de los avisos. Y protesto enérgicamente. Y ojalá no se repita nunca más. Esa, y otras cosas como esa que, por desgracia, suministrarían mucho material a mi columna. Democracia salvaje no la quiero en mi casa.
Preferiría llenar mi columna de ejemplos de democracia con rostro humano, como el siguiente, ocurrido en el salón del Senado de las Cortes de Madrid. La Mesa tuvo que deliberar y votar sobre unos documentos presentados por la minoría vasca. Pues bien, el vicepresidente, Ramón Rubial Cavia, del PSOE, senador por Vizcaya, considerándose juez y parte en el asunto, se retiró de la deliberación y de la votación.
Las dos cosas fueron vistas por los ojos de este senador. Su masa ingenua de votantes quiere que defienda la segunda cosa. Y así lo hará.
Lluís M. Xirinacs.