Diario de un senador.
Mundo Diario. Domingo, 17 de Julio de 1977.
Asamblea Popular de Catalunya.
¿Hay que matar la Assemblea de Catalunya? ¿Tiene futuro?
Aparte de la utilidad ocasional que aún tiene, mientras la democracia –léase los cuatro puntos– no esté consolidada, existe una cuestión de fondo que la justifica.
En una sociedad democrática, existen dos niveles de poder: el poder popular, que es el poder raíz de donde surge la soberanía, y el poder político, que es el poder delegado representativo y ejecutor de la soberanía. En una sociedad de corte liberal, el poder político es protagonista, es dominante y el poder popular ocupa un lugar secundario, subsidiario, de complemento.
Precisemos más. El poder político es legislativo, judicial y ejecutivo. Parlamento, Tribunal y Gobierno. El poder popular es, de una parte, expositivo de las necesidades, como una encuesta sociológica permanente; es, de otra, reivindicativo, ante el poder político, de la solución de estas necesidades; y, de otra, es movilizador de las masas en adhesión o protesta ante el poder político, cumplidor o incumplidor. En una sociedad liberal el poder popular es el fiscal del poder político.
Años atrás, la Assemblea de Catalunya, junto con diferentes Mesas Políticas (Coordinadora, Consell), hizo el poder político supletorio catalán. Ahora suplen el poder político catalán la Assemblea de Parlamentaris y su Comisión Permanente. Ellos son, pues, los protagonistas, ellos son dentro de lo posible, los que mandan. Pero, por Dios, que no caigan en la tentación de practicar a su alrededor una política de tierra calcinada. Leo en los periódicos, horrorizado, los intentos de matar la Assemblea y de apartar de las cuestiones municipales a las asociaciones de vecinos. Como si los empresarios hicieran enmudecer a los sindicatos. Sería una democracia salvaje, reducida a la feroz lucha de los grupos minoritarios de presión. No sería una democracia con rostro humano. El poder político debiera cantar glosando a Ataualpa Yupanqui: «Yo mando en el parlamento / y Gobierno con razón / pero oigo la voz del pueblo / que manda mejor que yo».
No queramos segar la yerba bajo nuestros pies.
Lluís M. Xirinacs.