Diario de un senador.
Mundo Diario. Jueves, 14 de Julio de 1977.
Senado hora cero.
1973: Viajo a Madrid esposado entre dos policías y en huelga de hambre. 1975: Viajo a Madrid, sólo custodiado por cuatro guardia civiles. 1977: Viajo a Madrid como senador para participar en la constitución de las primeras Cortes, ya bastante democráticas.
Alzado del suelo de la calle al piso alto del Palacio de la Carrera de San Jerónimo por voluntad del pueblo. Privilegiado de contactos, unos gratos: Bandrés, Cela, Dolores Ibarruri, Alberti, Felipe González; otros ingratos, entre los que ha cobrado para mí un significado especial el de Manuel Fraga Iribarne. He pasado despacio junto a su corro cerradísimo. No me ha visto. Más tarde, nos hemos topado. Me he presentado y se ha ido muy serio.
Anécdota: el senador Rodolfo Martín Villa olvida exhibir su documento acreditativo al votar. Y el presidente se lo exige. Finalmente lo halla, confuso, en el fondo del bolsillo y se le permite votar.
Tema de fondo, manda Suárez y va colocando sus peones en el tablero. Votos cantan. Y se ha aliado con el PSOE tanto en el Senado como en el Congreso: UCD cuatro puestos, los mejores, PSOE, tres puestos, los peores. El resto, nada de nada.
La extrema izquierda nos acusa a menudo de «oposición domesticada». Hoy hemos avanzado en el camino de la democracia, pero yo ciertamente hoy me he dejado domesticar. Me he portado, como toda la minoría catalana y como las demás minorías, dentro de las más estricta moderación. Porque no tenemos fuerza de escaños y porque todo estaba previsto en los decretos. De momento, nuestra gran victoria en Catalunya –80%– no vale aquí nada. Hoy nada absolutamente para Catalunya.
Pero al fin penetró la oposición en las Cortes.
Lluís M. Xirinacs.