Al servicio de este pueblo.
Avui. Jueves, 7 de Diciembre de 1978. Página 13.
Taxistas indignados.
Una vez, cuando estaba ante la cárcel Modelo de Barcelona, una periodista italiana se me acercó y me dijo:
–Escribiré esto y aquello de usted en mi diario.
–Pero estas cosas no son ciertas.
–A continuación usted lo desmiente y todo resuelto. Así atrae más la atención de la gente. En Italia hay políticos que se encargan de la publicación de informaciones falsas para poder tener la ocasión de expresarse extensamente en su desmentido.
Hace días que me quejo de tantas informaciones inexactas que alguien quizá pueda pensar que las hago correr yo mismo. Sin embargo, los desmentidos a menudo enredan aún más la madeja. El viernes pasado decía el diario: «El Estado Mayor desmiente un intento de rebelión militar. El portavoz indicó que desconocía incluso el rumor. Yo no sé ni siquiera de dónde lo han sacado.»
Ahora a mí me pasa una lamentable cosa parecida. Hace días que me lo aguanto. Pero la cosa no se resuelve. Muchos taxistas están enfadados conmigo.
Fui al aeropuerto en taxi desde Valencia-Rogent. La carrera no tuvo tropiezos. Era día laborable. El taxista me pidió seiscientas cinco pesetas. He ido muchas veces. Nunca había llegado a las quinientas pesetas. Se lo dije con buenas palabras. Él, también con buenas palabras, ofreció consultarlo con otro taxista. Le respondí que se me escapaba el avión y no tenía tiempo. Le pagué seiscientas veinticinco pesetas. Éste es el hecho.
Pero ahora los taxistas continuamente me preguntan si yo he dicho que todos los taxistas son unos ladrones, unos jugadores, unos drogadictos, que aquel taxista me cobró dos mil pesetas, que yo lo traje a la comisaría, que escatimo dinero a un taxista y me compro vestidos de treinta mil pesetas, etc.
Dicen que lo dijo un diario. Apuntan hacia el «Diario de Barcelona». No lo he sabido encontrar. También dicen que lo han escuchado por radio. Apuntan al programa de Castelló Rovira de Radio Barcelona. Tampoco se ha podido comprobar. También dicen que esto sale del sindicato del taxi STAC. He consultado con Solé Barberà y, de momento, tampoco me ha dado razón.
Pero muchos taxistas están enfurecidos contra mí, a pesar de que no he dicho ni he hecho nada de lo que se me imputa. Algún taxista incluso me ha insultado.
Siento decirlo, pero conociendo los hechos, puedo afirmar que no sé encontrar otra explicación que la mala fe. Parece una vulgar calumnia que persigue no sé qué fines.
Lluís M. Xirinacs.